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Black Rabbit: Jude Law y Jason Bateman logran una química imbatible en este drama criminal de Netflix

Black Rabbit (Estados Unidos/2025). Creada por: Zach Baylin y Kate Susman. Fotografía: Igor Martinovic. Edición: Vikash Patel. Elenco: Jude Law, Jason Bateman, Cleopatra Coleman, Sope Dirisu y Tr...

Black Rabbit: Jude Law y Jason Bateman logran una química imbatible en este drama criminal de Netflix

Black Rabbit (Estados Unidos/2025). Creada por: Zach Baylin y Kate Susman. Fotografía: Igor Martinovic. Edición: Vikash Patel. Elenco: Jude Law, Jason Bateman, Cleopatra Coleman, Sope Dirisu y Tr...

Black Rabbit (Estados Unidos/2025). Creada por: Zach Baylin y Kate Susman. Fotografía: Igor Martinovic. Edición: Vikash Patel. Elenco: Jude Law, Jason Bateman, Cleopatra Coleman, Sope Dirisu y Troy Kotsur. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.

Jake Friedken (Jude Law) es la cabeza del Black Rabbit, un prestigioso restaurant y bar que se consagra como el tesoro oculto de la gastronomía neoyorkina. Por dicho establecimiento pasan celebridades y miembros de los sectores sociales más exclusivos, dispuestos a vivir la experiencia de un lugar que va a la vanguardia de la vida nocturna. La empresa del protagonista crece a paso acelerado, y Jake sueña con expandir su visión. Por ese motivo es que un negocio inmobiliario que está pronto a cerrarse, pueden significarle los cientos de miles de dólares que necesita para dar un gran salto. Hasta que aparece en escena su hermano, Vince Friedken (Jason Bateman), un adicto al juego que debe reunir 140 mil dólares, para evitar que la mafia lo asesine a él, o peor aún, mate a su hija. De esa manera, la torre de marfil (frágil de por sí) de Jake se tambalea irremediablemente, a través de Vince y el caos que lo rodea.

Jake parece un hombre ordenado, y Vince representa el desequilibrio. Sin embargo, la lealtad de Jake para con su hermano, más allá del vínculo fraternal, parece esconder algo más, como una deuda simbólica que Jake necesita expiar. Ellos no son el cliché sobre “las caras opuestas de la misma moneda”. No hay extremos opuestos, sino siameses que comparten una conducta uniforme, aunque uno de ellos sepa camuflarla mejor que el otro. Y ahí es donde Black Rabbit logra un estado superior, cuando finalmente pone las cartas sobre la mesa y exhibe la verdadera esencia de estos dos hermanos.

De forma paulatina, el espectador comienza a descubrir la prehistoria de ambos protagonistas, qué paso antes de la fundación del restaurant y por qué las actitudes destructivas son la marca de agua en esa familia. Jude Law y Jason Bateman tienen escenas memorables, con diálogos ágiles que dan cuenta de un pasado marcado por viejas fricciones y eternos pases de factura. Ahí está el corazón de Black Rabbit, en la relación de esos personajes que parecen respirar deudas. Porque acá hay algo claro: el dinero es el único motor del relato, todo el tiempo se habla de (la falta de) plata y cómo supuestamente una cifra mágica podría solucionar todos los problemas, cuando probablemente solo serviría para generar nuevos conflictos. El vínculo de Jake y Vince con el dinero resulta fascinante, y pocas ficciones logran reflejar de manera tan dolorosa lo crucial que puede resultar para una persona su relación con la plata.

Black Rabbit funciona a la perfección hasta que cae en el lugar común que tanto afecta a la gran mayoría de series actuales: de golpe se abren ventanas innecesarias, ramificaciones argumentales que bien podrían no existir. Las tramas secundarias de Black Rabbit se sienten tan desganadas, tan atadas con alambre frente a la enormidad de las escenas entre Law y Bateman, que el relato comienza a sentirse innecesariamente estirado. Pero atención que la cosa no es culpa de esta producción, sino de una tendencia a pensar en miniseries a historias que funcionarían mejor siendo largometrajes. Black Rabbit es la última víctima de un mercado que inexplicablemente pide historias distribuidas en episodios de cincuenta minutos, en vez de ser films sólidos que cuenten lo que hay que contar, sin perder tiempo en subtramas irrelevantes.

Justin Kurzel, director de la enorme La hermandad silenciosa (película escrita por el mismo creador de esta ficción) y realizador del episodio 7 y 8 de Black Rabbit, bien hubiera podido dirigir un film superlativo basado en esta misma premisa. Pero en vez de eso, el espectador recibe una miniserie de grandes momentos, pero cuya calidad se diluye en su lógica episódica.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/series-de-tv/black-rabbit-jude-law-y-jason-bateman-logran-una-quimica-imbatible-en-este-drama-criminal-nid03102025/

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