Cambio de rumbo: celebridades que apuestan a la gastronomía con cafés, pastelerías y casas de pasta
Vienen del lado de la música, del deporte de alto rendimiento, del periodismo, de la actuación... La gastronomía atrae a celebridades de distintos ámbitos que encuentran en su propio café o un...
Vienen del lado de la música, del deporte de alto rendimiento, del periodismo, de la actuación... La gastronomía atrae a celebridades de distintos ámbitos que encuentran en su propio café o un restaurante el lugar en el que dar rienda suelta a sus gustos, placeres y hobbies. Algunos lo hacen asesorados por expertos del rubro; otros adoptan marcas ya reconocidas y también hay quienes simplemente se lanzan a un ámbito desconocido, con otras reglas, nuevos desafíos y diferentes responsabilidades, respaldando estos proyectos con su nombre y su imagen.
Aquí se cuentan cuatro historias de celebridades que este año se animaron a abrir un local y cuyas experiencias ilustran un fenómeno que trasciende fronteras. El periodista y paisajista Juan Miceli, con su flamante Botanicafé, en Puerto Retiro; el actor y director Martín Piroyansky, con su Café Mar del Plata, en La Paternal; la judoca Paula “Peque” Pareto, que tras incursionar con Pareto Caffé acaba de abrir Pareto Gluten Free, en San Fernando; y el cantante Rusherking, que abrió en Palermo Hollywood una sucursal de la cadena fast food neoyorquina de pasta Pastasole.
Espacio botánicoPasaron seis años desde que el periodista y paisajista Juan Miceli registró Botanicafé hasta que finalmente abrió sus puertas en una porción del barrio de Retiro que han dado en llamar Puerto Retiro, y que promete convertirse en un polo gastronómico.
“Lo del café no estaba en mis planes, eso seguro –afirma Miceli, sentado a una de las mesas con forma de hoja que se encuentran en el salón–. Pero eso de que una cosa trae a la otra es un poco así. Yo soy de ir caminando y viendo qué aparece en el camino”.
El punto de partida del proyecto surgió cuando el periodista dejó su trabajo como conductor en LN+. “A los dos meses hice un viaje a Inglaterra a recorrer jardines botánicos, y visitándolos empezó a dar vueltas en mi cabeza la idea de tomar un café en un lugar con plantas. Era como que las palabras ‘botánica’ y ‘café’ las tenía en la cabeza rebotando; las uní y así nació Botanicafé. Cuando volví del viaje, registré el nombre y empezó a crecer como concepto de un lugar gastronómico, pero con vegetación. No un café con plantas, era más que eso: que la gente vea plantas, pero también que haya una biblioteca sobre botánica, que quienes vengan me pregunten: ‘Tengo una terraza, tengo un patio, ¿qué hago?’”, comparte Miceli.
También recuerda que cuando cumplió 30 años de periodismo y dejó la profesión (al menos por un tiempo), pensó en tres pilares. Primero, mantener algo en medios para comunicar en torno al tema paisajismo y jardines. El otro, la jardinería en sí misma, y el tercero tenía que ver con tener un lugar para dictar talleres. De alguna manera, la idea de Botanicafé ya estaba implícita en ese cambio de vida que acercó a Juan a sus raíces.
“Soy técnico agropecuario y sabía de plantas y de agricultura, pero no desde el lugar del jardín ni desde lo ornamental –cuenta–. Cuando dejé la tele y me metí en la jardinería, descubrí todo un mundo nuevo. Al mismo tiempo, creo que la jardinería es el primer acercamiento al medio ambiente, es el primer pasito. Pienso que toda persona que tiene plantas después entiende de otra manera las noticias ambientales”.
El desarrollo de Miceli en el mundo de la jardinería y el paisajismo fue mucho más veloz que el proyecto del café, que pandemia e inflación mediante, quedaron durante un tiempo en carpeta. “Recién hace un año y medio pude empezar a darle forma –dice–. Me asocié con mi novia, Marikena, y como yo en gastronomía no tenía experiencia, ella me presentó a una pareja de amigos que tenían un café en Pilar y que se convirtieron en nuestros socios gastronómicos. Después busqué un inversor y ahí apareció el grupo Almarena by Meliá. Le conté mi idea a Juan Politi, que es uno de los dueños, que me dijo ‘me encanta’ y se sumó”.
Hoy todos los elementos de Botanicafé confirman la pasión de Miceli: la presencia de distintos tipos de plantas dentro del local tiene como contexto una decoración que evita las líneas rectas (algo difícil de hallar en la naturaleza), con mesas con formas de hojas e incluso una más grande con forma de trébol. Hay también una biblioteca en torno a esta temática y una gran pantalla en la que se proyectan documentales sobre el mundo vegetal, que sirve también de soporte audiovisual para los cursos sobre botánica que Miceli, juntos con otros profesionales de la materia, imparten periódicamente en el café.
Incluso algunos de los platos son idea suya. “Para la ensalada botánica que tenemos en carta, yo propuse la idea de que tuviera las cinco partes de la planta: una raíz, un tallo, una hoja, una flor y un fruto”.
–Juan, ¿ser una persona conocida aporta algo diferente al hecho de tener un café?
–Lo que creo que hace es ponerme la vara muy alta, porque al poner mi nombre de alguna manera lo que está puesto en juego es mi credibilidad. Hace que pongan más la lupa y me exige estar y que esté todo bien. Si probás un café y no te gustó, bueno. Pero si vas al café de Juan Miceli y no está bueno, no estoy cumpliendo con una expectativa.
–¿Cómo es tu relación con los clientes?
–Me gusta recibir a la gente. Vienen muchos a charlar, y me preguntan sobre temas relacionados con las plantas. Noto esa conexión con la temática del café. Viene también mucha gente a sacarse la foto y eso también me encanta. Me acuerdo cuando Mónica y César abrieron la Campiña en San Pedro, que les pasaba eso mismo. La gente se acerca porque te tiene cariño de tantos años de haberte visto en su casa a través de la pantalla. Me dicen: “¿Te molesta?’ y no, ¡me encanta! Es una parte muy linda de mi día a día en el café.
Una apuesta gluten freeCampeona mundial de judo en 2015, pero también primera mujer argentina en ser campeona olímpica y primera deportista argentina en ganar dos medallas olímpicas en disciplinas individuales, Paula “Peque” Pareto se retiró en 2021 para dedicarse a su otra pasión y carrera: la medicina, donde se especializó en traumatología. En ese momento, además, comenzó a surgir la idea de abrir un negocio gastronómico propio.
“Fue un poco inversión, un poco un sueño familiar –comentaba la Peque al poco tiempo de abrir Pareto Caffé, en San Fernando–. Volví a casa después de Tokio 2020 , terminé las residencias médicas y estaba abierta a ver con qué seguía. Pensé: ‘Ahora tengo un poco más de tiempo, quiero invertir en algo, y si es algo familiar, excelente’. Les dije a mis hermanos Estefi y Marco que me dijeran qué hacer, y a la semana vinieron Estefi y su marido y me propusieron poner un café de especialidad”.
Ya con cierto aprendizaje en el rubro gastronómico, Pareto redobló la apuesta con la reciente apertura de Pareto Gluten Free, al que describe como “casero, rico y saludable”, pero además “sin restricciones”: “La idea de Pareto Gluten Free surgió porque creo que es necesario que haya más lugares para gente con celiaquía, que no tiene otra opción a la hora de comer –explica Pareto–. Respeto a los veganos y los vegetarianos, pero la celiaquía no es una elección. Es una situación con la que se nace y estaría bueno que tengan la misma posibilidad que tiene cualquier persona de sentarse y disfrutar de algo rico, en un ámbito con amigos, con familia, sin el miedo de que pueda haber algún tipo de contaminación cruzada o, simplemente, de comer algo feo porque no hay otra opción”.
Pareto Gluten Free ofrece cafetería y pastelería completamente sin TACC (trigo, avena, cebada y centeno), que las vuelve aptas para celíacos e intolerantes al gluten. Incluye opciones sin lactosa y sin azúcares agregadas.
La Peque resume las satisfacciones cotidianas que le reporta el nuevo emprendimiento en una anécdota: “El otro día vino una mamá con su hija de cuatro años y me contó que cuando llegaron su hija le preguntó: ‘¿Acá qué puedo comer yo?’. ‘Acá lo que quieras’, le respondió la madre y a la hija los ojos se le iluminaron de alegría. Esas cosas no tienen precio y valen todo el esfuerzo que sea necesario para seguir en esta lucha linda que tantas alegrías nos da”.
Mar del Plata en PaternalOtro que este mismo año puso un pie en la gastronomía es el actor y director de Porno y helado, Martín Piroyansky, que hace un par de meses abrió Café Mar del Plata en el barrio de La Paternal. El local con foco en los sándwiches de miga y en la cafetería clásica porteña (no de especialidad) llegó de la mano de la casualidad. Piroyansky mismo lo explica así:
“Me compré una casa en Paternal y me enteré de que la propiedad de al lado la había comprado un grupo de gastronómicos. Primero me puse contento, porque pensé que iban a poner un bar. Pero después me enteré de que iban a hacer un edificio de siete pisos. Como los conozco, les empecé a escribir uno por uno pidiéndoles encarecidamente que no hicieran el edificio... Se me rieron. Hasta que uno me dijo: ‘Si querés te alquilo la propiedad y vos poné un café’“, cuenta Martín.
La contrapropuesta lo tocó en lo más hondo. Fanático de los cafés porteños, Piroyansky empezó a soñar y a proyectar el café propio. Y compartió esa idea con su amigo y ahora socio Diego Berakha. “Los dos somos muy fanáticos de ir a cafés. Yo me dedico mucho a escribir ahí, tengo reuniones todo el tiempo en cafés... Me gusta mucho la idea del café más allá de la bebida. Y a algo que parecía un chiste al principio, empezamos a darle vueltas”.
Para la carta de sándwiches convocaron a los chefs del restaurante Fico, que les dieron una vuelta de tuerca a los clásicos de siempre, como el de crudo y queso, que tiene una manteca de tomates secos; e incluso alumbraron creaciones como mortadela con pesto y queso crema, rúcula, brie y peras o trucha ahumada y queso crema.
En cuanto al café, explica Piroyansky, “la idea fue volver al cafetín porteño clásico, pero hoy. Volver a llamar al café por su nombre: café con leche, cortado, cortado doble... Salirnos de esa cosa como educativa del café de especialidad, que vas y pedís un café y te dicen ‘¿Un Flat White?’. No queremos evangelizar a la gente y hacerla sentir mal porque no sabe cómo se dice un café, sino llamarlo como lo llamamos toda la vida”.
Pasta palermitana“Nacida en Nueva York, inspirada en Italia”. Ese es el slogan de Pastasole, una casa de pastas originaria del East Village neoyorquino que se caracteriza por ofrecer el clásico Fettuccine Alfredo con una cocción que se termina delante del consumidor dentro de una horma de queso parmesano.
“Fui a Nueva York hace poco y conocí este restaurante, una franquicia que me llamó mucho la atención por la forma en que cocinan las pastas. Yo me vuelvo loco con la comida, y dije ‘lo quiero traer a la Argentina’”, contó el cantante santiagueño Thomas Nicolás Tobar, más conocido como Rusherking, en uno de los tantos videos en torno a su flamante emprendimiento.
“Siempre tuve el sueño de abrir una cafetería o un restaurante –contó también Rusherking en una entrevista televisiva–. Por una cosa o por la otra, nunca se terminó dando. Pero el año pasado, ahí en Nueva York, conocí este restaurante, probé la comida, llevé a mis viejos, hice muchos testeos antes de traerlo acá y me convencí de que era una muy buena idea”.
Hoy, su local de Pastasole se encuentra en pleno Palermo Hollywood, sobre la calle Fitz Roy, y desde su apertura es un fenómeno en redes. Colabora con eso el que, además de poder elegir entre distintas salsas (Bolognese, Pesto, Arrabbiata y Pomodoro e Basilico), los comensales pueden sumar toppings como albóndigas, pollo o... milanesa.
“No tiene nada que ver con la música, aunque es mi primer amor y siempre voy a dedicarme a ella”, aseguró Rusherking en un video promocional de su Pastasole. “La pasta siempre me gustó, así que estoy feliz compartiendo mis dos sueños, mis dos pasiones: la comida y la música”.