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Córdoba. Comienza el juicio al hombre que simuló un accidente de auto para ocultar un femicidio

CÓRDOBA. El próximo 27 de marzo comenzará el juicio por el femicidio de Nayara Ibarbia, ocurrido el 27 de abril de 2017 en Monte Maíz. La historia comenzó como un incidente de tránsito que de...

CÓRDOBA. El próximo 27 de marzo comenzará el juicio por el femicidio de Nayara Ibarbia, ocurrido el 27 de abril de 2017 en Monte Maíz. La historia comenzó como un incidente de tránsito que derivó en la muerte de uno de los pasajeros involucrados, como tantos otros casos de la crónica diaria. Pero ante la insistencia de la familia de la joven, la Justicia investigó y terminó caratulando la causa como femicidio, delito por el cual fue elevado a juicio el caso.

El acusado es Gustavo Villarreal, que conducía el auto que chocó de frente contra un camión municipal que estaba estacionado frente a una gomería. Villarreal fue imputado inicialmente por homicidio culposo, producto de un siniestro vial. Pero la fiscal de instrucción de Bell Ville, Isabel Reyna, comenzó a investigar y en mayo de 2020 dispuso la detención de Villarreal, acusado de homicidio agravado por el vínculo y violencia de género en concurso ideal.

Villarreal enfrentará un jurado popular y a la Cámara del Crimen de Bell Ville, integrada por Gustavo Garzón Fauro, Alejandro Martín y Roberto Cuoretot. Está previsto que el juicio dure una semana.

María Eugenia Fernández, abogada de la madre de Ibarbia, explicó a LA NACION que la expectativa de la familia de la víctima es que sea condenado a perpetua: “Los mensajes encontrados en el teléfono y el peritaje accidentológico muestran la intencionalidad de Villareal de chocar sin tener en cuenta la vida de Nayara ni la propia. Todas las pruebas muestran que tuvo la posibilidad de esquivar el camión y no lo hizo”.

El 26 de abril de 2017, Villarreal, entonces de 28 años, conducía el Fiat Uno; iba acompañado por Ibarbia, que era su novia. Estrelló el vehículo contra un camión estacionado en una calle de Monte Maíz, un pueblo del sureste de la provincia, situado a 300 kilómetros de la capital.

Por las heridas recibidas, Ibarbia murió el 7 de mayo de aquel año en un hospital; Villarreal sufrió lesiones, pero sobrevivió. La familia de la joven, desde un comienzo, estuvo convencida de que el choque fue intencional.

Ibarbia y Villarreal salieron durante medio año; él nunca fue a la casa de la chica ni conoció formalmente a la familia, aunque vivían a 300 metros entre sí. Tampoco los fue a ver después de la muerte de la adolescente.

“Lo conocía de vista y una vez le dije a Nay ‘no me gusta para vos’, aunque juzgaba sin conocer. ‘A vos no te cae nada’, me respondió ella, riendo. Después de lo que pasó empezaron a aparecer quienes me contaban que él era violento, que otras parejas suyas la habían pasado mal”, contó en su momento a LA NACION Valeria, la madre de Ibarbia.

La noche del choque, la chica se preparaba para ir al cumpleaños de una tía. Su madre recuerda que el teléfono móvil le sonaba y ella no atendía. Hasta que empezaron bocinazos en la puerta; era Villarreal, que la buscaba. Testigos le contaron a la familia que vieron que al menos durante una hora y media “manejó como un loco por el pueblo, a toda velocidad, sin respetar semáforos ni lomadas”.

Cerca de las 22.30 unos vecinos avisaron a la familia que Nayara había tenido un accidente. A dos cuadras de su casa, el Fiat Uno blanco estaba incrustado en la parte trasera de un camión estacionado, iluminado a pleno por el alumbrado público. Ninguno de los que se acercaron –incluidos bomberos y policías– entendían el choque: el vehículo estaba pegado al cordón, no había marcas de frenada ni señales de un intento de “volantazo”; no andaban autos por la calle esa fría noche y la visibilidad era total.

“Dudamos, pero los primeros días nos concentramos en nuestra hija, a la que sacaron destrozada del auto; estuvo una semana en terapia intensiva y no despertó nunca. Los médicos, desde el comienzo, nos dieron muy poca esperanza. En el mismo hospital, en sala común, estaba él; jamás se acercó nadie de su familia, y él nunca pidió verla. La paciente que estaba al lado y las enfermeras nos contaron que escuchaba música y conversaba ‘como si nada’ hubiese pasado. Lo vivimos muy mal, fueron momentos horribles”, relató Valeria en aquellos días aciagos.

La tía de Nayara, con quien la adolescente tenía un vínculo estrecho, mostró una conversación de la chica con Villarreal, en la que le decía que quería terminar la relación. Había amenazas; él decía que se iba a matar y que la iba a matar a ella. La familia Ibarbia sostiene que eso, justamente, es lo que intentó hacer la noche del 27 de abril de 2017. Con la salvedad de que él sobrevivió y solo le arrebató la vida a la adolescente.

Nayara cursaba el último año del secundario y, aunque no lo tenía decidido, pensaba seguir Psicología. “Era algo rebelde, como toda joven, pero con un corazón de oro; todos la querían”, describió Valeria.

Villarreal tenía un hijo de una expareja; ni ella ni el chico vivían en el pueblo. Su exsuegra contó que había vivido “horrores, amenazas con cuchillo, golpes estando embarazada, en la calle”. La última novia del imputado antes de Nayara también declaró ante la Justicia y, después, se fue de Monte Maíz. Entre los hechos de violencia que había vivido estuvo el de haber sido rociada con kerosene.

“Fue valiente, dio la cara. Lo había denunciado, como también la madre de la otra chica, porque ella era menor. Pero nunca se había llegado a nada. Si lo hubieran detenido, tal vez la historia hubiera sido otra”, analiza Valeria. Después de la detención de Villarreal ,la familia de Nayara dejó de recibir amenazas.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/seguridad/cordoba-comienza-el-juicio-al-hombre-que-simulo-un-accidente-de-auto-para-ocultar-un-femicidio-nid17032023/

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