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El cuidado invisible que protege tanto a los gatos como a quienes los rodean

La salud de nuestras mascotas abarca múltiples aspectos: una alimentación adecuada, higiene, chequeos veterinarios y, entre ellos, ...

El cuidado invisible que protege tanto a los gatos como a quienes los rodean

La salud de nuestras mascotas abarca múltiples aspectos: una alimentación adecuada, higiene, chequeos veterinarios y, entre ellos, ...

La salud de nuestras mascotas abarca múltiples aspectos: una alimentación adecuada, higiene, chequeos veterinarios y, entre ellos, un cuidado que muchas veces pasa desapercibido, pero que es fundamental: la desparasitación. Tanto en gatitos como en adultos, este hábito preventivo no solo protege al animal, sino también al entorno familiar en el que vive.

Para empezar, es clave saber qué son exactamente los parásitos y cómo afectan a nuestros felinos. Se trata de organismos que viven a expensas de otro ser vivo, que se alimentan de él y perjudican su salud. Estos pueden ser internos, como lombrices intestinales o protozoos, o externos, como pulgas, garrapatas y ácaros, según explica un centro de salud felino. Ambos tipos pueden comprometer seriamente la salud del gato, al afectar diversos órganos y sistemas.

La presencia de estos parásitos puede provocar desde molestias leves hasta consecuencias graves, según el tipo y la carga parasitaria. Algunos de los síntomas más frecuentes incluyen diarrea, vómitos, pérdida de peso, anemia, problemas respiratorios en casos de migración larvaria y lesiones cutáneas.

Los gatos no tienen el mismo nivel de riesgo frente a los parásitos. Los más vulnerables son los bebés, debido a su sistema inmunológico inmaduro, así como los gatos ancianos o aquellos que padecen enfermedades crónicas. También se encuentran más expuestos los gatos que tienen acceso al exterior. Sin embargo, incluso los que viven exclusivamente dentro del hogar pueden contagiarse, ya que los parásitos pueden ingresar a través del calzado, otros animales o alimentos contaminados.

Detectar la presencia de parásitos a tiempo puede ser decisivo. Algunos signos frecuentes son cambios en el apetito, pérdida de peso, abdomen abultado, diarrea o vómitos persistentes, pelaje sin brillo, lombrices visibles en las heces, rascado excesivo o caída del pelo. Sin embargo, muchos parásitos no generan síntomas visibles en las primeras etapas. Por esta razón, los controles veterinarios regulares son fundamentales, incluso en ausencia de señales evidentes.

El tratamiento debe estar supervisado por un profesional veterinario, quien indicará el antiparasitario más adecuado. Las opciones pueden incluir comprimidos, pastas o pipetas tópicas para los parásitos internos; y pipetas, collares o sprays en el caso de los externos. La elección y frecuencia del tratamiento dependerán del estilo de vida del gato, su edad y estado de salud.

Para la organización Internacional Cat Care, las recomendaciones varían según la etapa de vida. En los gatitos, se aconseja comenzar con la desparasitación desde las tres semanas de vida, y repetirla cada quince días hasta los tres meses. Los gatos adultos requieren un tratamiento cada tres a seis meses, aunque puede intensificarse si están expuestos a riesgos mayores. En el caso de gatos mayores, se sigue el mismo esquema que en los adultos, pero con especial atención a posibles enfermedades preexistentes.

Los parásitos que cruzan la línea y afectan a las personas

Además de ser fundamental para el bienestar del animal, la desparasitación regular en gatos cumple un rol esencial en la protección de toda la familia. Algunos parásitos intestinales o externos que pueden afectar a los felinos son zoonóticos, lo que significa que tienen la capacidad de transmitirse a los humanos.

Esta transmisión puede ocurrir por contacto directo con el animal, con sus heces o con superficies contaminadas, y representa un riesgo particular en hogares con niños pequeños, personas con el sistema inmunológico comprometido (como pacientes oncológicos o personas con enfermedades crónicas) y mujeres embarazadas, para quienes ciertas infecciones pueden tener consecuencias graves.

Por este motivo, mantener una rutina de desparasitación interna y externa, indicada por un veterinario, no solo es una práctica de cuidado responsable hacia el animal, sino también una forma activa de prevenir enfermedades y promover un entorno más saludable para todos los miembros del hogar. En este sentido, la desparasitación también debe entenderse como una medida de salud pública, clave para evitar la propagación de infecciones.

Pequeñas acciones que podrían tener un gran impacto en la prevención

Adoptar ciertos hábitos en la vida cotidiana puede marcar una gran diferencia en la prevención de parásitos en los gatos, según el sitio especializado Pet MD.

Evitar que el gato cace y coma presas: el contacto con ratones, aves u otros animales puede ser una vía directa de contagio.Mantener limpio el arenero: una higiene adecuada del recipiente previene la proliferación de parásitos, bacterias y hongos.Cepillar al gato y revisar su piel con frecuencia: esta práctica favorece la detección temprana de pulgas, garrapatas o lesiones cutáneas.Controlar la presencia de pulgas y garrapatas en el entorno: revisar alfombras, muebles, mantas y rincones donde el gato suele estar es clave.Evitar el contacto con heces de otros animales: es recomendable no dejar que el gato acceda a patios o terrenos donde pueda encontrarlas.No permitir que tome agua de fuentes contaminadas: el agua estancada puede contener huevos de parásitos o bacterias dañinas.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/mascotas/el-cuidado-invisible-que-protege-tanto-a-los-gatos-como-a-quienes-los-rodean-nid01042025/

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