El suéter de estilo escocés de la discordia
NUEVA YORK.– La semana después de Acción de Gracias es el momento en que, oficialmente, uno puede empezar a mandar tarjetas de “Felices Fiestas” sin quedar como alguien carcomido por la ans...
NUEVA YORK.– La semana después de Acción de Gracias es el momento en que, oficialmente, uno puede empezar a mandar tarjetas de “Felices Fiestas” sin quedar como alguien carcomido por la ansiedad de que termine el año –o por las ganas de lucirse un poco con la familia, en el único instante en que está muy socialmente permitido hacerlo.
En Nueva York, si se tienen hijos en edad escolar, la tradición es invariable: cada diciembre se envía una tarjeta con una foto familiar donde todos salen razonablemente bonitos. Cuando ya no hay bebés que sostengan la ternura del conjunto, la foto se vuelve más aburrida, salvo por el delicioso detalle de analizar el uniforme de los adolescentes. Y este año, no hay duda: solo se puede posar con un fair isle sweater.
El fair isle es ese clásico escocés de motivos geométricos –grueso, colorido, folclórico, como escapado de un arcón familiar que en los departamentitos mínimos de Nueva York posiblemente nunca existió– que, para el invierno de 2025, se convirtió en símbolo de la estética que hoy domina las redes, las vidrieras y los encuentros de fin de año: el heritage-core.
Según la Biblia para estos temas –es decir, Vogue– el heritage-core es, básicamente, una estética del linaje. Transmite la idea de que todos tenemos un origen reconocible, narrable, casi épico. En una ciudad que se siente cada vez más incierta promete algo emocionalmente irresistible: que somos parte de una cadena que empezó antes que nosotros y que seguirá después, aunque sea en forma de suéter.
El fair isle calza perfecto en ese relato. Su diseño remite a una isla particular del archipiélago de Shetland, bien al norte de Escocia; cada combinación de colores tiene un significado; cada motivo fue, alguna vez, una declaración de identidad en un lugar donde el clima y el aislamiento hacían que la ropa fuese literalmente cuestión de supervivencia. Usarlo hoy en una cafetería de Brooklyn es una forma de mostrar raíces, aunque provengan más de Zara que de una bisabuela con mezcla gaélica y vikinga.
Por supuesto, el éxito global no llegó sin polémica. Según The Guardian, la Shetland Organisation for Knitters (Organización para las Tejedoras de Shetland, más conocida por sus siglas, ONK) volvió a quejarse este noviembre de la apropiación masiva de un símbolo tan local. En el extremo más alto de la moda, el antecedente más célebre sigue siendo el de Chanel: hace unos años envió a su equipo a las islas, compró piezas “para investigación” y luego reprodujo –de forma exacta, pero en versión estratosféricamente más cara– algunos de esos diseños artesanales. La maison terminó emitiendo una disculpa pública, pero el caso quedó como ejemplo perfecto de cómo el heritage-core puede derivar en conflictos muy reales de propiedad cultural.
En el terreno de las marcas masivas, el escándalo reciente tomó otro rumbo. Para este fin de año, J.Crew lanzó un fair isle rosa chicle con decoraciones en un verde casi flúo, destinado a hombres. El rosa es muy común en la moda preppy masculina –el eterno pantalón que remite a la puesta del sol Nantucket, las camisas de lino–, pero varios comentaristas conservadores en redes consideraron que este suéter en particular era “emasculador” y símbolo de la crisis de la masculinidad. La imagen se volvió viral y, como suele pasar, la reacción fue la contraria a la esperada: según distintos medios, el suéter terminó transformándose en el regalo perfecto para el muchacho progre de cada familia.
Mientras tanto en la propia casa de esta cronista, por supuesto que la foto de fin de año fue con la adolescente fashionista del clan enfundada en un suéter fair isle, aunque en un menos controvertido tono de gris. Pero tenía sentido: todos los demás miembros también estaban en el monocromo habitual del neoyorquino. Y, para transmitir los mejores deseos, es el momento de mostrar fotográficamente toda linda unidad.