Lo último Escuchar artículo

Facundo Conte: el “heredero” que asumió el vínculo en un momento mágico y se aferró a la conexión emocional

Son gritos en el silencio. En un silencio que hasta no hace mucho aturdía en un Ariake Arena semivacío. Hay marcas en la piel. El rock nacional retumba desde los altavoces, musicalizando el golpe...

Facundo Conte: el “heredero” que asumió el vínculo en un momento mágico y se aferró a la conexión emocional

Son gritos en el silencio. En un silencio que hasta no hace mucho aturdía en un Ariake Arena semivacío. Hay marcas en la piel. El rock nacional retumba desde los altavoces, musicalizando el golpe...

Son gritos en el silencio. En un silencio que hasta no hace mucho aturdía en un Ariake Arena semivacío. Hay marcas en la piel. El rock nacional retumba desde los altavoces, musicalizando el golpe, interviniendo desde lo conceptual. “Maldición, va a ser un día hermoso”, se escucha. Y lo es. Para un equipo que hace historia: superó a Brasil por el tercer puesto de los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, en un electrizante 3-2. Y para un Facundo Conte que siente que el círculo cierra. Que Facundo es Conte. Y el abrazo con papá Hugo, medalla de bronce mediante, es la última aceptación de un círculo que se cierra, de un hilo deportivo y familiar que lo acompañó a lo largo de su carrera. “Fue el momento más mágico y estresante de toda mi vida”, reconoce, en diálogo con Conversaciones de LA NACION.

Es “El heredero”. El que no llevaba el apellido en la camiseta; el que se fue joven a Europa; el que encontró la sanación a la presión y los dolores de la mano de la meditación. El que nació diez meses después de la medalla de bronce de su padre en Seúl 1988, y que sintió que se cumplió “en algún punto” aquello para lo que él había nacido. Y el que asumió todo eso, y algunas cosas más, recién cuando tuvo la medalla en la mano. Un punto de inflexión que lo impulsó al regreso a la Argentina, y al retiro junto a los suyos.

A sus 36 años, el vóleibol es parte de un pasado reciente del que se siente orgulloso. Aunque ahora mire hacia un futuro diferente. Partió a Italia a los 18 y su recorrido incluye pasos por Rusia, Polonia, China, Qatar y Brasil; además de haber disputado cuatro Juegos Olímpicos, Mundiales, Ligas de las Naciones, Panamericanos y Sudamericanos. Un deportista itinerante que cerró su ciclo en Ciudad, cerca de su familia, acompañado por un público más cercano que le hizo completar el rompecabezas emocional.

Dice que se ahora se permite “sentir”. Que la meditación y el yoga equilibraron su vínculo cuerpo-mente después del cimbronazo que significó la eliminación con Brasil en los Juegos Olímpicos de Río 2026 y una serie de lesiones y dolores que no lo dejaban en paz. Y que ese bienestar integral no solo estiró su carrera y acomodó esos muebles algo desordenados (que incluían la mochila del linaje familiar) sino que también lo ayudó a tomar la última decisión, la del retiro. Un privilegio para pocos: poder decir “hasta acá” a los 34 años, después de haber cumplido una serie de objetivos personales y grupales. Primero fue el adiós en la selección; después, los últimos meses en el club. Pero para Conte, vinculado a la camiseta albiceleste desde tan joven, no había opción: “Cuando me retiré, no me imaginaba mi vida sin jugar para la Argentina. Para mí, no hay vóley sin selección”.

¿Cómo llegás hasta acá? Cómo se vive esta esta vida post retiro y todo ese camino que te trajo a este momento.

Es muy todo muy fresco todavía, a la vez parece que pasó mucho más tiempo. Acostumbrado a una rutina, a un ritmo muy intenso, al entrenamiento, a tener que responder, a los partidos, a la tensión. Hoy poder estar así me costó, pero ya empiezo a sentirme más tranquilo. Ese modo guerrero este se va apagando.

¿Se va apagando o dirigís la energía a otro lado?

Se va apagando. Transformando. Me gusta hacer deporte, estoy conectado con mi cuerpo, como toda mi vida, me encanta, de hecho uno no es deportista solo cuando es profesional, sino que deportistas somos probablemente muchísimos en esta oficina. Porque lo llevamos adentro. Entonces, eso está conmigo y disfruto mucho de hacer deporte hoy desde un lugar diferente. Por ahí disfruto muchísimo un pádel con amigos en el cual no somos buenos. Y eso me hace conectar de nuevo con la diversión del juego más que con la performance.

¿Lo lúdico?

Exacto, esa es la base del deporte. Era conectarme un poco también con eso que a lo largo del tiempo con obligaciones y objetivos que requieren de una dedicación y una insistencia muy fuerte, nos olvidamos un poco del juego, de divertirnos, de pasarla bien con amigos. Ese fue también en parte el motivo de volver a la Argentina a jugar los últimos años. Fue espectacular porque no podía pensar en dejar sin que muchos de mi familia y de mis amigos me vieran jugar en vivo. Desde los Juegos Olímpicos algo cambió en mí, en cómo yo me sentía.

¿Los Juegos de Tokio?

Sí, después de la medalla algo cambió. Nací 10 meses después de mi viejo ganando la medalla olímpica en Seúl, entonces desde la epigenética, y energéticamente también, con todo el devenir de mi vida, llegar hasta ese momento 33 años después y ganar la misma medalla fue un montón. Y se había cumplido en algún punto para lo que yo había nacido, ¿no? Entre comillas.

Y en un Juego Olímpico raro. Sin meternos en partidos puntuales o en situaciones puntuales, pero hay un viaje previo a Europa; la imposibilidad de volver a la Argentina; se quedan allá; los estadios vacíos; papá en la tribuna desde otro lado; vos jugando; la medalla, y el triunfo a Brasil. Parece como que se da todo. Tildar cada punto de lo que hubieses deseado en algún momento se cumplió ahí.

Sí, y lo más hermoso es que los puntos se unen hacia atrás, ¿no? Entonces, al momento que sucedió, o el tiempo en realidad después de toda esa emoción que me duró meses, empecé a unir los puntos justamente de cómo se fueron dando las cosas. Nosotros íbamos a volver en una etapa post Covid, pero en ese momento estábamos jugando la Liga Mundial en Italia, en burbuja, y querían que volviéramos a Buenos Aires a entrenar y del equipo nos negamos y dijimos: “No, nosotros nos quedamos para cuidarnos porque en un mes tenemos los Juegos Olímpicos”. Muchos no iban a ver las familias por tres meses, sus hijos y todo, pero el objetivo era muy grande. No estábamos pasando un buen momento como equipo y después creo que sucedió todo perfecto.

Se congenió todo, pero ¿de qué manera? ¿Fue un poco esa unión de grupo? ¿Fue otro poco de los resultados que se van dando? ¿Darse cuenta a lo largo del torneo que tenían para algo más?

Creo que varios de nosotros lo vivimos como si fuese lo último que íbamos a jugar. De hecho, yo lo estaba pensando muy seriamente. Sebastián Solé dejó la selección después de eso, que es un “brother” para mí y hemos tenido miles de batallas juntos, crecimos en las inferiores juntos. Y para mí es un líder indiscutido de la selección. Ya que se vaya él para mí fue un cambio muy importante. Luciano también estaba en algo así. Yo lo tenía pensado, después sucedió la medalla y dije: “Estuvimos tantos años esperando las buenas, pasando por las malas, esperando y creyendo que las buenas iban a suceder, que no me puedo ir ahora que las buenas vinieron. ¡Lo quiero aprovechar, quiero disfrutar, quiero poder también divertirme con la gente!“. Y después de tanto tiempo haber trabajado por eso poder transmitirlo también. Y al año siguiente ganamos el Sudamericano por primera vez en la historia, lo cual fue increíble, y fue muy gratificante haber logrado ese objetivo.

Y después ya quedaba menos para París...

Y sí, después ya quedaba menos para París, porque justo como se había movido Tokio por el Covid, y quedaba menos tiempo entre uno y otro. Entonces, todos me decían “che, te podés quedar”. Y después terminó París y todo el mundo diciéndome “dale ahora al mundial”. Sí, ok, pero así no hay fin.

Es una rutina también que te absorbe mucho, imagino.

Exacto.

Pero en esta nueva vida, en el post retiro, un poco más distendido, ¿Qué queda de todo eso que pasó? ¿Un poco de nostalgia hacia atrás, pero al mismo tiempo decir, “che, miro para adelante, trato de acomodar mi vida”?

Voy a ser absolutamente sincero: no pensé en vóley ni un día. Como que solté y pasó también relativamente poco también. Muchos cambios, estuve de viaje mucho tiempo.

Parece un proceso lógico...

Tuve un momento como de negación y tratar de esquivarle al argumento. Obviamente trajo un montón de cambios a mi vida, tuve que atravesar emociones también que antes por ahí podía descargar a nivel deportivo en una cancha y que ahora las tenía que enfrentar o con las personas que elegía para tener al lado o conmigo mismo. Fue interesante ir también descubriendo otra parte de mí. Que por eso también elegí dejar de jugar, porque sentía que podía expandirme más como persona.

Conocerte más en otros aspectos...

Haciendo cosas diferentes. El haber vuelto a la Argentina y y estar acá me puso en contacto con mucha más gente. Antes, por ahí, cuando vivía en el exterior, las personas con las que me relacionaba estaban más ligadas justamente al equipo. Y la mirada era cerrada, quedaba ahí. Pero ahora se empezaron a generar otros movimientos en mi vida, que me encantan y estoy dispuesto a descubrirlos. Siento que dentro de una cancha aprendí todo lo que tenía que para aprender, más allá que siempre podemos aprender cosas nuevas, y di absolutamente todo lo que tenía para dar. Y estoy tan feliz de poder cuidarme el cuerpo, de no levantarme con dolor. Ahora puedo permitirme sentir. Porque tenemos que entrenar siempre a pesar de las adversidades; como todos tenemos que trabajar también así. Poniendo el cuerpo, con dolor. El dolor en el cuerpo es un tema. Decía “me siento joven, me siento bien”, pero me levantaba a la mañana con mucho dolor. Entonces la decisión fue más integral, de bienestar.

¿Y esa energía ahora dónde está?

Está en eso, en cuidarme, en darme los gustos que no he podido darme tal vez en el pasado. Hace poco me fui de viaje por cinco meses con pasaje de ida, como haría alguien que termina el colegio y dice, “che, me toca un año sabático.” Y se va. Estoy muy feliz que haya sucedido. Soñé mucho para este momento.

Se nota que lo estás disfrutando...

Re. Lo estoy disfrutando mucho. Amo haber jugado tanto tiempo y haberme descargado tanto porque hoy me siento también libre a la vez. Sé que di absolutamente todo lo que tenía para dar, entonces como que me siento más libre de movimiento, sin remordimientos de “¿qué pasará?”... Porque después de Tokio fue un “¿y qué pasa si dejo ahora?” y después me saqué deportivamente las ganas de volver a Argentina, de jugar acá, jugar delante de mis primos, gritar una tribuna y que esté mi familia gritándome un punto. Para mí era increíble porque yo le gritaba así a los polacos, a los rusos, a los chinos, que no conocía a nadie. Y terminaba el partido y me iba. Y acá le iba a gritar un punto a alguien así en la tribuna y estaba, no sé, mi tío. Nos abrazábamos, se ponían feliz por mí. Entonces me conectó también con una alegría más propia.

Era algo que necesitabas para llenar ese espacio por irte muy joven afuera...

A los 18 años ya me fui, terminé el colegio y sentía ese sabor de que necesitaba de mi casa o qué pasa qué pasaría si estuviese viviendo en Argentina, ¿viste? O siempre proyectando de mi vida en Argentina, ¿no? “Porque cuando vuelva...” y volví y me enfrenté con un montón de cosas, con una nueva parte de mí, lo cual fue muy divertido. Por eso estoy tan contento de esa decisión de haber vuelto porque me dio también la libertad de conocerme y entender qué no necesito.

Y con el lujo que no muchos se pueden dar, quizás como un privilegiado por la carrera que tuviste, de decidir cuándo es ese punto final.

Estoy muy feliz y agradecido que la vida me haya dado esta oportunidad de decir hasta acá. Me voy bien, me voy feliz, con mi familia, en la selección, en un Juego Olímpico. Podría haber seguido jugando, sí. Físicamente soy joven. Tenía 34 cuando me retiré, pero no imaginaba mi vida sin jugar para la selección. Para mí no hay vóley sin selección, es como que no podía separarlo y seguir teniendo contratos en clubes. Entonces al decidir dejar de jugar la selección yo no le veía sentido a seguir exponiendo mi cuerpo a eso, pagando el precio del alto rendimiento y que no sea representando a la Argentina. Entonces cuando decidía hacerlo, decidí hacerlo del todo.

¿Qué mensaje le podés transmitir a los jóvenes? Hay chicos que te siguen, hiciste un campus, por ejemplo. Más allá de lo técnico, ¿es la dedicación?

Me gustaría mucho compartir con los chicos todo lo que he aprendido. Yo la aprendí de muchos entrenadores y de mi viejo, que tenía la suerte de tener en mi casa a alguien que me tiraba data como nadie. Poder compartir esa información me encantaría, lo estoy ideando también. Lo estoy ideando también para entender cómo hacerlo.

Porque te tienen como espejo...

Para mí lo más importante es que lo disfruten. Que se diviertan, yo no puedo creer que esté retirado. Aprovéchenlo, diviértanse sea en el nivel que sea, en las circunstancias que sean. Jueguen, jueguen, diviértanse. Después el resultado es anecdótico justamente porque nos quedan después todos los momentos hermosos que vivimos en una cancha más que el resultado final que es un momento.

¿Qué quedó del grupo de Tokio? ¿Quedó un grupo de amigos? ¿Quedó un grupo de gente que se quedó ahí con ese premio y punto?

En un equipo hay un montón de cosas, hay un montón de personas, un montón de personalidades, y algunos objetivos también. Creo que funcionamos muy bien, que pudimos limar nuestras asperezas en momentos importantes en pos de la selección. Tengo hermanos-guerreros con los que voy a cualquier lado, me llaman y estoy para lo que sea. Pero somos 20 personas en un equipo, y es normal que en un equipo de trabajo tengas algunos más cercanos que otros.

Se complementaron como equipo y como grupo...

Creo que ese el punto. Con, en teoría, los mejores jugadores de cada posición del país. Y no importa si yo me llevo bien o si no me llevo bien. Eso a lo sumo va a hacer que podamos jugar mejor o peor. Creo realmente que lo más importante es el bienestar del grupo porque hace que después en los momentos difíciles puedas puedas mirar al costado y tener a alguien al lado que no te transmita duda. Saber que todos están codo a codo. Y en los Juegos de Tokio y el año siguiente creo que entendimos mejor cómo podíamos hacer eso. En otros momentos pecamos de ansiosos. Y después, llegamos a momentos importantes con el aprendizaje de haber perdido, lo cual fue una enseñanza hermosa.

En ese haber perdido me quedo con algo que te escuchaba alguna vez, ¿firmás todas las derrotas con Brasil, al que nunca le habías ganado en mayores, por ese partido del bronce...?

Exacto. Me encanta. Yo hasta jugar ese partido justamente contra Brasil por el tercer puesto no la había ganado nunca en mayores. Solo en los Panamericanos 2015, pero era una situación particular. No le había ganado nunca a ese equipo. Y jugamos en la zona y estábamos controlando un partido que para ellos fue épico y para nosotros fue... . Yo no pude dormir esa noche. Yo estaba: “No lo puedo creer, no lo puedo creer, no lo puedo creer, no lo puedo creer”. Era un partido ganado que lo perdimos. Y me decía: “Bueno, ¿no le voy a ganar nunca a Brasil?”. Y se terminó presentando el último partido. Que yo me quería matar cuando me enteré que era con ellos. Pero habíamos estado tan cerca y era tan fresca esa sensación que siento que eso nos dio una fortaleza muy importante para encarar el partido. Que lo vimos con el “¿Saben qué? No tenemos nada que perder. Estamos acá con Brasil, que nos había ganado siempre, por una medalla que nosotros hemos ganado una vez en la historia. ¿Qué tenemos para perder? Juguemos”.

Habían demostrado en esa derrota 3-2 que ustedes estaban para ganar, e internamente eso también jugó a favor...

Exacto.

Vos te podés encontrar muy lejos en el juego, en la dinámica. Pero no. Estaban ahí.

Sí, lo perdimos nosotros, siete puntos arriba para terminar un partido. Fue muy loco eso, y muy épico lo que sucedió después. Por eso digo que se disfrute el momento porque el resultado está fuera del control, y lo único que estaba en el control nuestro en ese momento por la medalla era el presente. Era jugar cada pelota. Y en los videos, como había silencio, se escucha mi voz diciendo: “Una más, una más”. Fue el momento más mágico y estresante de toda mi vida.

En el estadio se escucha el relato de José Montesano, los gritos de ustedes. ¿Escuchabas ese relato? ¿Los motivaba? ¿Les pasaba algo?

Lo escuchaba más en el momento en el que el sacador se tira la pelota. Ahí hay un silencio que es como un suspiro. Que es como que se calma todo por un segundo. Los receptores están atentos, todos están atentos a ver qué pasa. Entonces, en ese momento por ahí me pasaba que estaba en el saque, iba a sacar y me tiraba la pelota y escuchaba: “¡Va el heredero!”. Nunca me pasó en la vida, es increíble. Y tan irónico que lo más increíble que me pasó en la vida fue en un estadio vacío. Es como que no lo puedo creer.

De la bronca a lo mágico. De una punta a la otra.

Fue absolutamente mágico, pero con el tiempo uniendo los puntos hacia atrás digo: “Qué loco que esta locura haya sucedido en un estadio vacío”. No lo puedo creer. Y yo realmente lo viví como si fuese lo último que iba a jugar con la selección.

Ese “Heredero” que se escuchaba, ¿Lo tomabas mejor? ¿Lo entendías?

Lo asumí con la medalla. Porque apenas me fui de Argentina y estaba en el exterior en la remera me ponía Facundo en lugar del apellido. Porque Facundo es lo más argentino que hay. Y escribirlo en la remera me pareció como una buena forma de separarme y crear mi propia identidad. Y la medalla olímpica llega en un estadio vacío en el que con el único que me puedo abrazar después del torneo es con mi padre. La misma medalla, contra el mismo rival, el mismo resultado, el mismo continente y es como que... “Ok. Listo”. Estaba tratando de controlar esa situación y fue pensar en que no lo controlo, o a la vez tal vez sí. Fue todo tan mágico que no puedo hacer resistencia ante eso. Entonces, ahí fue que lo acepté. Y es increíble porque vino después de un momento tan alucinante

Tan al límite...

Y ahí fue que me tatué el siete en el cuello. Lo ganamos un 7 de agosto, también. Y representaba ese momento inmortalizado en mí que cambió absolutamente todo lo que yo creía hasta ese momento y todo lo que sucedió después de ese momento.

¿Cuánto te sirvió la meditación? ¿En qué momento la abrazaste y cuándo te sirvió o te sirve en el día a día?

Empecé hace unos nueve años, post Juegos Olímpicos de 2016.

Ustedes hacen un grupo perfecto, Brasil muy mal en su grupo. Y se cruzan con Brasil en los cuartos de final...

¡Que sale último de su grupo!, es una cosa impensada, que no había pasado nunca, bueno, sucedió y perdemos. En ese momento no sabía de dónde agarrarme. Porque el momento perfecto no era el momento prefecto: estar primeros del grupo, ganarle a Rusia, a Estados Unidos. Estábamos en una situación increíble. Y fue palo y a la bolsa. Fue muy duro aceptarlo. Y en ese momento sufrí mucho con el cuerpo, con los dolores. Entonces empecé a buscar otras herramientas porque lo que tenía no me funcionaba. Yo estaba tratando de controlar un resultado y no sucedía. Entonces, había frustración, estaba quemado. Y toqué fondo. Abrazar la espiritualidad fue un momento muy importante porque me reconecté y entendí por qué era que hacía las cosas. Empecé a sanar el cuerpo a través del yoga, la elongación, la respiración. Y después todo se empezó a desbloquear, porque cuando meditamos nuestro cerebro también se oxigena mejor. Un montón de procesos químicos suceden en nuestro cuerpo y los empecé a sentir. Y después de eso, en los Juegos Olímpicos siguientes ganamos la medalla, entonces es como que fue genial. ¡Es el camino! Al menos, es lo que sentí.

Durante mucho tiempo no se hablaba del tema. Fue un tema tabú hablar de la salud mental del deportista, de su salud en general. De si el deporte de alto rendimiento es saludable a cierto punto. Y es importante que vos tengas que abrazar algo diferente a lo que venías haciendo para decir: “Esta es la manera de estirar mi carrera, de sanar”. Lo hiciste y te sentiste muy cómodo, está claro.

Sí, sin duda. Me ayudó a lidiar con mis emociones, que básicamente es la vida. El desenvolvimiento de nuestra vida se trata de reacciones a emociones que tenemos constantemente. Si reaccionas bien y pacientemente el desenvolvimiento va a ser más suave, y un poco más fuerte si reaccionamos mal. Entonces, aprender a conocerme, saber cuáles son las cosas que me hacen bien, las cosas que me hacen mal. Lo mismo en las relaciones, ¿no? Son también muy importantes las personas que elegimos para relacionarnos porque nos comunicamos con esas personas y son espejos para entender cómo nos proyectamos para el afuera. Porque muchas cosas de lo que nos pasa en la mente que al exteriorizarlo es muy diferente. Empecé a comunicarme también mejor, porque hasta ese momento me sentía muy solo.

Poder abrirte, sociabilizar de otra manera...

Abrirme y entender que mi vulnerabilidad no era una debilidad porque estaban directamente conectadas. Lo vivimos así y más siendo hombre. Entonces poder enfrentarme a eso, romper con eso y sensibilizarme. Empecé a llorar de nuevo. Yo llevaba 10 años sin que se me caiga una lágrima. Entonces poder sensibilizarme de nuevo me puso en contacto con otras partes de mí, con cosas que quería más y quería menos. Y entonces fue que yo estaba en China y decidí irme a Brasil. Fue decir: “No voy más al invierno, voy a Brasil, bailo samba, me meto en el mar, aprovecho los fines de semana libres. Disfruto porque quiero aprovechar lo que hago. ¿Trabajo para vivir o vivo para trabajar?”. Porque en el deporte es una línea sumamente fina, en lo pasional y en lo estrictamente laboral. Yo disfruto de jugar, pero por ahí no todos los días. Poder desconectarme de eso me hizo muy bien, y poder conectarme conmigo. Con lo que sí me gustaba, con lo que quería vivir, la gente con la que quería compartir. Creo que fue algo muy interesante y me quitó también el miedo, el miedo a soltar el vóley, que me dio absolutamente todo, muchas experiencias, muchísimo amor. No lo niego, solo que hay momentos más y menos. Pero estoy muy feliz de haber sido voleibolista, de ser deportista. Amo el deporte. Y me gustaría compartir ese amor también por el deporte porque las mejores cosas que me pasaron en la vida deportivamente me pasaron cuando estaba conectado emocionalmente con el objetivo. Eso cambió la ecuación completamente. En la ecuación ponés pasión y ya cambia todo el resultado. Entonces empecé a tomar decisiones que me representaran a la hora de embarcarme en algo porque le estoy poniendo mi cuerpo, mi energía, toda la fuerza que tengo todos los días.

Algo que te llene de todos lados. Lo deportivo, lo mental, del cuidado personal.

Sí, creo que hoy se habla muchísimo de salud mental y está buenísimo. Bienvenido. Porque creo que todos estamos en grado de hablar de salud mental. Porque.. ¿Qué es normal? ¿no? Estamos acostumbrados a vivir sobre una presión que no es necesaria. Y en el camino aprendí que cómo nos tomamos las cosas es realmente una lección, más allá de lo que estemos viviendo y la emoción que estemos atravesando. Cómo reaccionar a eso es la real decisión que tenemos en nuestra vida.

Vamos con un pequeño ping-pong... ¿Tu mayor virtud?

El entusiasmo. Soy una persona muy entusiasta. Y lo he puesto todo tanto en el vóley que hoy me pone muy feliz ponerlo en mi vida, porque hay muchísimas cosas que me generan entusiasmo.

¿Qué rasgo te enorgullece? ¿Puede ser el entusiasmo? ¿La pasión?

Sí, el entusiasmo. Porque es contagioso. Es una virtud muy hermosa, y aprendí también a dejarme ser. Porque tendemos a “no voy a mostrar tanto entusiasmo por esto, que capaz piensan que estoy loco”. Y era al revés, eso me estaba limitando. Entonces ser entusiasta es mi energía.

Y, ¿qué te da bronca?

La incoherencia. La incoherencia y la mentira, ¿no? Que juntas crean escenarios fatales. Y es muy triste ese engaño siendo un entusiasta. El engaño, las conveniencias o la falsedad me conflictúan mucho. Nunca pude hacerles caso omiso.

Eso suele frustrar, porque uno siente que está dando todo y del otro lado no...

Y en el deporte. por más romantizado que esté, también sucede muchísimo. Estoy realmente muy feliz de que mi entusiasmo haya sido más fuerte que mis broncas.

¿Con quién te gustaría tener una charla?

Diría con Leo Messi. Me parece muy interesante lo que vive y qué herramientas utiliza. Cómo lidiar con ciertas cosas, exigencias, miradas, expectativas. Imagino que es un por 1000 a lo que yo haya vivido, pero las emociones igual las vivimos todos igual. Entonces me gustaría poder saber más sobre cómo ha manejado eso, porque a mí me ha costado un gran tiempo de mi carrera poder entender qué era lo que sucedía y cómo podía suceder.

Y la última, ¿Cómo querés que te recuerden o qué querés que digan de vos? De acá a 20 o 50 años. ¿Qué deja Facundo Conte? ¿Qué dejó en su carrera?

Reconectarnos con el entusiasmo, con el amor, con las ganas de vivir. Me ha pasado mucho de estar enroscado en una de que “siempre hay algo que me quejo” y la verdad son elecciones que hacemos constantemente, el tema es que aprendimos a hacerlas en automático. Entonces, creo que me gusta poder dejar un entusiasmo, un mensaje de entusiasmo y amor justamente por lo que hacemos, sea lo que sea que hagamos. Y eso me ha empujado a mí a tomar mi decisión también de dejar de jugar, ese entusiasmo por descubrir. Creo que es hermoso. Y no sé si espero ser recordado, espero hacer de este mundo un mundo mejor. Y ojalá que haya mucha gente nueva que nos vuele la cabeza en el deporte argentino y en todo.

¿Pero que se queden con eso al menos, ya te llena?

Ojalá que sea así. El deporte me ha dado la posibilidad de impactar en algún en algunas vidas y recibir ese cariño y ese amor para mí fue transformador. Poder venir a Argentina justamente y recibir todo el cariño que recibí después de los Juegos Olímpicos fue increíble. Porque era tan impersonal eso viviendo afuera, que fue increíble y estoy muy agradecido. Por eso espero y deseo poder dejar un buen mensaje.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/videos/facundo-conte-el-heredero-que-asumio-el-vinculo-en-un-momento-magico-y-se-aferro-a-la-conexion-nid10112025/

Comentarios
Volver arriba