Guerra total en Hollywood por Warner: se involucra Trump y Paramount, dirigida por un aliado suyo, desafía a Netlfix
NUEVA YORK.– La venta de Warner Bros. Discovery, uno de los conglomerados más emblemáticos del entretenimiento global, dejó de ser un asunto corporativo para transformarse en una batalla polí...
NUEVA YORK.– La venta de Warner Bros. Discovery, uno de los conglomerados más emblemáticos del entretenimiento global, dejó de ser un asunto corporativo para transformarse en una batalla política de alto voltaje.
En apenas 48 horas, el presidente Donald Trump pasó de insinuar dudas sobre la megafusión entre Netflix y Warner a declarar que él mismo “participará en la decisión” regulatoria, una intervención directa sin precedentes en la historia reciente de fusiones en Estados Unidos.
Apenas horas después, Paramount Skydance –liderada por David Ellison, aliado político del mandatario y respaldada por el multimillonario Larry Ellison, uno de los mayores apoyos financieros de Trump– lanzó una oferta hostil de 108.400 millones de dólares, reconfigurando por completo el tablero.
La irrupción presidencial convirtió una transacción privada en un test político: qué conglomerado conseguirá el aval del poder federal, qué modelo de medios quedará fortalecido y hasta qué punto Trump está dispuesto a moldear el futuro ecosistema mediático estadounidense.
Trump habló el domingo por la noche en un evento en el Kennedy Center y afirmó que la operación entre Netflix y Warner Bros. Discovery “podría ser un problema”. No se quedó ahí: aseguró que consultará “a algunos economistas” y dejó en claro que él mismo “participará” en el proceso regulatorio, tradicionalmente manejado por el Departamento de Justicia y la Comisión Federal de Comercio (FTC).
Para ejecutivos de Netflix, que pocas horas antes se mostraban confiados en destrabar la aprobación federal, el comentario cayó como un balde de agua fría. El mercado reaccionó en consecuencia: las acciones de Warner, que venían en alza tras anunciarse el acuerdo por 72.000 millones de dólares, retrocedieron; las de Netflix se recuperaron tras la caída del viernes; y las de Paramount rebotaron con fuerza ante la expectativa de que su oferta podría recibir un trato preferencial por su alineamiento político con la Casa Blanca.
La frase presidencial fue más que un guiño: supuso la primera vez que un presidente estadounidense admite públicamente su disposición a inclinar la balanza de una fusión de esta magnitud.
La dimensión políticaUn día después de las declaraciones de Trump, Paramount Skydance anunció que presentaría una oferta hostil directamente a los accionistas de Warner. La propuesta –108.400 millones, 18.000 millones más en efectivo que la de Netflix– promete un “camino más rápido y seguro” hacia la aprobación regulatoria.
La lógica detrás de esa promesa es política: Paramount, Skydance y los Ellison mantienen una relación estrecha con el círculo presidencial. En términos prácticos, una compra por parte de Paramount sería vista como más “compatible” con los criterios regulatorios del gobierno, en un contexto donde Trump viene criticando públicamente a Netflix mientras destaca la necesidad de “revisar” la venta.
La propuesta de Paramount también incorpora un elemento estratégico clave: a diferencia de Netflix, incluye CNN, el canal que durante años fue blanco constante de los ataques de Trump. La inclusión de la cadena informativa en un conglomerado alineado con el mandatario despertó alarma en analistas, organizaciones de libertad de prensa y parte del establishment político, que lo interpretan como un riesgo de concentración mediática con impacto directo en la cobertura crítica del gobierno.
El fantasma de un “conglomerado trumpista” emergió entre ejecutivos de Hollywood y legisladores, en un momento donde la relación entre poder político y medios atraviesa su etapa más vulnerable en décadas.
El acuerdo original entre Netflix y Warner parecía encaminado. Ted Sarandos, codirector ejecutivo de Netflix, había visitado la Casa Blanca semanas antes para defender la operación y se fue convencido de que contaba con el apoyo presidencial. Trump incluso lo calificó públicamente como “fantástico”.
Pero la ofensiva de Paramount y el impacto de la declaración presidencial modificaron el clima. Trump argumentó que la fusión crearía “una cuota de mercado enorme” en streaming y que ese nivel de dominancia “es un problema”. Tal argumento coincide con el que viene defendiendo Paramount en privado: que Netflix tendría demasiado poder si controla los activos de Warner.
El mensaje quedó claro: la Casa Blanca tendrá influencia directa en el rumbo final del proceso.
El tono personalista que tomó la disputa se evidenció días antes: el viernes por la noche, David Zaslav –CEO de Warner– coincidió en el Polo Bar de Nueva York con Sarandos, su rival momentáneo. Lo que podría haber sido un gesto de distensión terminó convirtiéndose en postal del caos empresarial: hubo saludos, fotos improvisadas con el comisionado de la NFL y miradas curiosas de los clientes. En público sonrisas; en privado, una guerra total por el control de uno de los catálogos más valiosos del mundo.
Mientras tanto, en los pasillos corporativos comenzaron a circular advertencias sobre el proceso de venta. Paramount incluso acusó a Warner de favorecer a Netflix y de haber abandonado un proceso “justo”, según cartas internas filtradas.
Los efectos colateralesEl acuerdo con Netflix ya enfrentaba cuestionamientos bipartidistas en el Congreso y resistencias de los sindicatos de Hollywood, que temen despidos y una consolidación que derive en menos competencia y precios más altos para los consumidores. Algunos analistas señalan que la única forma de que Netflix integre los activos de Warner sin perder ingresos sería subir tarifas o mantener plataformas separadas, un escenario impopular entre los reguladores.
Paramount promete un “camino regulatorio más rápido”, aunque su propia oferta dependerá igualmente de la Casa Blanca. Con el respaldo económico casi ilimitado de Larry Ellison y la sintonía ideológica con Trump, la compañía apuesta a que la administración priorizará su propuesta frente a la de un gigante tecnológico como Netflix.
Lo que se juega es la arquitectura del ecosistema mediático de los próximos años: qué estudios dominarán la producción global, qué plataformas impondrán sus modelos de negocio y hasta qué punto la influencia política podrá moldear la línea editorial de los grandes medios. En ese contexto, la puja por Warner funciona como un referéndum sobre la capacidad de Trump para disciplinar a Hollywood y reordenar la industria del entretenimiento bajo un alineamiento político sin precedentes.
Agencia Reuters y diarios The New York Times y The Washington post