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Habitar la ciudad imaginada

El suelo se vuelve una alfombra blanda bajo mis pies. O se convierte en agua. O desaparece y ya no piso nada. Francamente, no sé. Soy consciente de que se trata de una ilusión, pero no estoy tan ...

El suelo se vuelve una alfombra blanda bajo mis pies. O se convierte en agua. O desaparece y ya no piso nada. Francamente, no sé. Soy consciente de que se trata de una ilusión, pero no estoy tan segura, así que me dejo engañar y llevar.

Avanzo un paso corto y observo despacio a mi alrededor, no quiero perder ningún detalle por más sutil que sea.

Llegué a una geografía imaginada y esto no es una ilusión sino una conquista real: estoy en la Ciudad Hidroespacial proyectada por el artista argentino Gyula Kosice (1924-2016) hace décadas y construida finalmente hoy en el Metaverso.

El viaje a este centro urbanístico es posible gracias a la iniciativa de su nieto, Max Pérez Fallik, y al trabajo de un innovador equipo de diseñadores tecnológicos llamado Uxart.

En las formas que me rodean no hay vértices, todo se presenta en esferas o semicírculos. Frente a mí encuentro una inmensa estructura latiendo: una luz roja en su interior se enciende y se apaga. Hay galerías y casas que no tienen la apariencia que conozco de las casas, aunque son viviendas.

Recorro una idea que germinó en 1944, que se gestó durante setenta años y que, recién ahora, trasciende la mente de su creador para ser habitable con el cuerpo.

Cuando Kosice concibió su Ciudad Hidroespacial intuía una dimensión que no estaba ni por fuera ni por dentro de la Tierra. Me lo cuenta Max y, con los anteojos transportadores colocados, la frase me suena completamente lógica.

A un lado, una superficie transparente hace las veces de ingreso a algún espacio que no entiendo para qué es, pero sé que fue pensado para una Nueva Humanidad que estaría en contacto estrecho con la naturaleza y la vida en -no “con”- el arte.

Arriba, veo el cielo de una noche estrellada.

Intento convencerme de que esta obra virtual es nueva. Que no se trata de una reproducción, ni una traducción, mucho menos de una adaptación o versión contemporánea de la de Kosice.

Fracaso: no distingo dónde empieza y termina la obra anterior; si finaliza o sigue acá, si se completa o muere en esta experiencia.

La ciudad hasta ahora era una maqueta con piezas en miniatura realizadas con los pedazos de acrílico que a Kosice le sobraban de sus esculturas -aun antes de que existiera el concepto de la ecología, él lo manejaba-. Ahora me muevo en un paisaje a escala humana, de textura lumínica y sin materialidad.

Para Kosice, los espacios a habitar serían dinámicos y flotantes. Su proyecto urbanístico tenía sustento científico, arquitectónico, filosófico y estético. Pero, principalmente poético: habría, incluso, “un lugar para dejar impreso en tinta de nubes la radiación gozosa de los deseos”. Así me lo explican y me prometen que podré visitarlo después.

Llegar a esta ciudad lejana, en tiempo y espacio, no requiere naves sofisticadas; basta con un dispositivo pequeño. Se accede mediante anteojos y también a través del celular, con tan solo descargar una aplicación gratuita.

Aquí y ahora, la idea de Kosice se vuelve realidad (aumentada). Este territorio fue imaginado por un hombre genial que lo pensó casi todo, menos cómo sería posible. Diseñó una metrópolis del futuro que no era una utopía ni ciencia ficción, sino un proyecto concreto para algún momento de la historia.

¿Será finalmente este el momento?- me pregunto a sabiendas que cualquier respuesta será conjetura.

¿Será esta la ciudad hidroespacial?- cuestiono y abro la posibilidad a que no. Y también a que sí. Incluso a que “sí, pero…”.

¿Y si existen otras ciudades también? ¿Y si van apareciendo en diferentes épocas, mediante experiencias distintas?

Imagino muchísimas ciudades hidroespaciales que surgen en sucesivas y renovadas de humanidades, cuando ya son capaces de traducir más capas del código que dejó cifrado un habitante del pasado con impulso visionario..

Kosice tendió un puente al futuro. Lo miro desde acá, desde un “otro lado” posible que en el mundo contemporáneo ya es un hecho.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/habitar-la-ciudad-imaginada-nid25012023/

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