Hace 23 años: el restó que un porteño abrió en París como una vitrina de gastronomía argentina y hoy es punto de encuentro
Es uno de los rincones argentinos más antiguos de la Ciudad de la Luz, quizá el más antiguo. Está ubicado en pleno corazón del Barrio Latino, cerca de la Sorbona, Notre-Dame de París y el Pan...
Es uno de los rincones argentinos más antiguos de la Ciudad de la Luz, quizá el más antiguo. Está ubicado en pleno corazón del Barrio Latino, cerca de la Sorbona, Notre-Dame de París y el Panteón. Nació como una vitrina de la cultura gastronómica y artística de nuestro país, pero rápidamente se transformó en un punto de encuentro entre franceses y argentinos, y en un refugio para los amantes del arte. Hoy continúa su legado, buscando renovarse y conquistar a un nuevo público.
Nada parecía predestinar a Gonzalo Cruz a convertirse en un empresario exitoso. Estudió filosofía en Buenos Aires, aunque no llegó a terminar la carrera, y en 1985 decidió dejar la Argentina para recorrer el mundo como mochilero. Viajó por Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Centroamérica, México y Estados Unidos, entre otros destinos. Al año siguiente fue a Europa y el norte de África. Durante una estadía en Francia, conoció a una joven francesa de la que se enamoró mientras participaba en una vendimia.
Poco tiempo después, el joven porteño se instaló en Madrid, donde mantuvo la relación con quien sería luego su esposa. Allí se quedó varios años, durante los que logró ahorrar el capital necesario para soñar con emprender. Fue durante un viaje a la Argentina cuando surgió la idea del futuro negocio: abrir una fábrica de dulce de leche en Europa.
En 1990, ya casado, Cruz se instaló definitivamente en Francia con el objetivo de crear su propia fábrica junto a su esposa. Ella era oriunda de Picardía, una región al norte de París que reunía los dos ingredientes esenciales del dulce de leche. “Teniendo leche y azúcar en la región, me pareció lógico producir dulce de leche y ofrecer la síntesis de esas dos cosas”, contó. Ese mismo año nació La Franco-Argentine, la primera fábrica industrial de dulce de leche en Europa.
Pronto empezaron a recibir numerosos pedidos de clientes que le pedían importar y elaborar otros productos argentinos. Fue entonces cuando surgió otra idea, la de abrir un restaurante donde pudieran exhibir todos sus productos y dar a conocer la cultura argentina. “El café El Sur nació un poco como una vitrina de nuestra cultura gastronómica, pensado como un punto de encuentro entre la cultura argentina y la francesa, a través de lo que más nos une: la gastronomía, la música y el arte”, describió.
Para concretar la idea, necesitaba el lugar indicado. Cruz, que había retomado sus estudios de filosofía en la Sorbona, solía pasar por la avenida Saint-Germain, una zona céntrica de París repleta de cafés y bares frecuentados por estudiantes. “Iba seguido a un café que se llamaba Philo y me encantaba ese concepto de reunir gente para charlar, intercambiar ideas con artistas o intelectuales”, recordó.
Un día vio vacío el local que más tarde sería El Sur. Era un lugar ideal, aunque estaba todo empapelado y parecía abandonado. Sin embargo, “dos o tres semanas después de ver el espacio vacío, una agencia me llamó para decirme que estaba disponible. Cuando me dieron el presupuesto, era justo el máximo que me había fijado. El lugar era tan perfecto que decidí hacer el esfuerzo”, sostuvo.
En ese momento, Cruz ya tenía tres hijos y La Franco-Argentine le demandaba mucho tiempo. Necesitaba ayuda para poder manejar el nuevo espacio, por lo que convenció a su amigo Óscar Naranjo de sumarse al proyecto.
Después de varios meses de trabajo y remodelaciones, abrieron sus puertas en 2002. El día de la inauguración cantó León Gieco, el reconocido cantante de rock argentino. Rápidamente, el lugar se convirtió en un punto de encuentro para muchos compatriotas, pero sobre todo para la comunidad artística. “Casi todas las semanas hacíamos pequeños conciertos de música; una vez por mes, exposiciones de pintura, presentaciones de libros, charlas filosóficas... Todas actividades que hacían del lugar un espacio cultural vivo”, recordó.
El éxito los llevó a ser elegidos para una de las emisiones más importantes de la radio francesa. “Fuimos seleccionados por France Culture en 2003 para ser sede de una emisión bastante importante dentro de su programación. Era un ciclo de charlas, debates y presentaciones de libros llamado Travaux Publics. France Culture transmitía el programa tres o cuatro veces por semana, en vivo, desde nuestro café. En ese tiempo recibimos a figuras como Bernard-Henri Lévy, Mario Vargas Llosa, Philippe Séguin (exministro de Trabajo francés) o Bernard Kouchner (exministro de Negocios Extranjeros francés)”, relató Cruz.
A partir de entonces, el café comenzó a atraer a una clientela cada vez más francesa. “Empezamos a atraer a muchos franceses hacia la cultura argentina. Para mí eso fue un verdadero éxito, porque la idea no era crear un lugar de nostalgia, sino generar un punto de encuentro donde los franceses pudieran conocer nuestra cultura”, afirmó.
En 2008, el conductor del programa, Jean Lebrun, asumió un cargo directivo en Radio France y no pudo continuar con la emisión, por lo cual dejó de existir.
Entonces, en 2004, nació El Colectivo del Sur también conocido como El Colectivo, una agrupación de artistas impulsada por Ricardo Mosner, pintor y escultor argentino, cliente habitual y amigo del café. “Mosner empezó organizando exposiciones individuales. Él oficiaba de curador: cada mes presentaba un artista distinto. Hasta que tuvo la idea de hacer una muestra colectiva dedicada a Julio Cortázar. Ese fue, de alguna manera, el punto de partida”, contó Cruz. Con el tiempo, las exposiciones comenzaron a tener curadurías temáticas: cada edición giraba en torno de una idea común y los artistas creaban obras a partir de ese eje.
El dinamismo del espacio también dio origen al Festival de Cortometrajes del Sur, creado en 2008. “Era una convocatoria anual con premiación. Lo organizamos junto a un colaborador que era director de cine, Camilo Pinilla, y con varios amigos del ambiente cinematográfico. Armamos un jurado con gente del colectivo y comenzamos a recibir películas”, recordó. El festival se mantuvo activo hasta poco antes de la pandemia.
En 2016, el restaurante cerró durante tres meses, de julio a octubre, para realizar obras de renovación.
Más allá de ser un puente de encuentro, El Sur buscó desde sus inicios mezclar a las personas, generar cruces y dejar que las cosas surgieran naturalmente, sin planearlo. Hubo muchas noches así, sin preparación. En una de ellas, en septiembre de 2019, los protagonistas fueron Coti —amigo y cliente habitual— y varios jugadores del Paris Saint-Germain. “Coti trajo una vez a Di María, Leandro Paredes y Cavani, que vinieron a compartir una noche con música y amigos”. Justo coincidió con gente de Quilmes que estaba de visita, y se armó algo muy espontáneo y simpático”, relató Cruz.
Otra de las celebraciones, muchas veces espontáneas, fueron las Fêtes de la Musique, la tradicional fiesta francesa que marca el fin de la primavera y el inicio del verano con música en las calles (21 de junio). “Fueron lo más lindo que he vivido. Llegamos a reunir a muchísimos músicos argentinos y se armaban payadas espontáneas entre artistas reconocidos. Fue un clima increíble”, recordó.
En 2020, en plena pandemia, aprovecharon una oportunidad inesperada: el local contiguo al café quedó vacío. “Durante la pandemia no se podían abrir los restaurantes, así que instalamos ahí una pequeña épicerie llamada Gusto Argentino. Primero funcionó como una alternativa, y después se consolidó como un negocio en sí mismo”, explicó Cruz.
“La idea es traer todo lo que podamos desde la Argentina, en buenas condiciones y a buen precio. Ahora, por ejemplo, incorporamos turrón tipo Mantecol con nuestra propia marca, Gusto Argentino; bizcochitos de grasa, pepas y un licor de dulce de leche excelente –enumeró–. Siempre estamos sumando cosas nuevas”.
Mucha de la gente que pasa por el restaurante visita después la tienda. “Si les gustó un vino, pueden comprarlo al lado. Hoy tenemos una clientela francesa que viene a buscar vino, carne, yerba mate, alfajores... y eso permitió que muchos descubrieran nuestros productos”, sostuvo.
View this post on InstagramActualmente, el café El Sur mantiene un perfil más tranquilo debido a las numerosas restricciones que limitan la posibilidad de realizar actividades culturales sin ser considerado un boliche o un local nocturno. “La parte artística se redujo mucho. Quedó sobre todo la música, más que nada por cuestiones reglamentarias —detalló—. Si hacíamos clases de tango, nos consideraban una discoteca; si hacíamos teatro, había otras exigencias. Todo eso fue limitando un poco la actividad cultural”, explicó.
Aun así, dentro de esas regulaciones, el espíritu sigue vivo y vigente. “Hacemos dos o tres exposiciones por año, algunas conferencias, y más o menos una vez por mes hay música, un stand-up o algo por el estilo”, agregó.
El café también se prepara para el Mundial 2026, con la intención de volver a ser punto de encuentro en cada partido de la selección argentina. Durante el Mundial 2022, el lugar fue uno de los epicentros de la comunidad argentina en París.
“Fue una locura total. Estábamos todos los días con el local casi a puertas cerradas. El día de la final fue una apoteosis: vino la televisión francesa a filmar cómo vivíamos el partido. Transmitían en simultáneo con otros canales, mostrando cómo festejaban los argentinos en Francia. Fue un día inolvidable”, rememoró Cruz.
View this post on InstagramSu objetivo principal es atraer al público joven. “Lo importante para nosotros es seguir renovándonos, para seguir manteniendo un atractivo para la gente joven. Por ejemplo, hoy en día es uno de los primeros lugares que visitan los estudiantes argentinos que vienen, ya sea por work and holiday u otro motivo”, afirmó.
“Nuestra clientela se va renovando con el tiempo. Muchos de los que venían al principio ya murieron. Nosotros éramos los jóvenes y ellos, los viejos; hoy somos nosotros los viejos y ellos ya están del otro lado”, concluyó.