La arriesgada misión de Daniel Craig tras el éxito de 007: “La idea de la masculinidad me parece muy risible”
NUEVA YORK.- En el amor, puede ser aterrador mostrar todas tus cartas, hacerte vulnerable, dejar que tu deseo se vea plenamente. Lo que se ofrece a otra persona sin reservas también puede tomarse ...
NUEVA YORK.- En el amor, puede ser aterrador mostrar todas tus cartas, hacerte vulnerable, dejar que tu deseo se vea plenamente. Lo que se ofrece a otra persona sin reservas también puede tomarse sin recompensa. Sin embargo, como queremos que nos amen, nos arriesgamos.
Quizá no pensemos mucho en ese aspecto del amor, prefiriendo detenernos —como hacen la mayoría de las películas— en todas las partes sensuales y sensibleras. Pero esa peligrosa sensación de exposición es la preocupación central del film Queer, y eso no puede explorarse sin un actor que esté dispuesto a ofrecerse.
Aquí entra Daniel Craig, de 56 años, nuestro exJames Bond, en una nueva y audaz misión.
En Queer, que se estrenará el 12 de diciembre en la Argentina y es una adaptación de una novela de William Burroughs, Craig interpreta a Lee, un expatriado estadounidense en la Ciudad de México de mediados de siglo XX, quien se enamora de un hombre más joven y distante, Allerton (Drew Starkey). Lee se siente deshecho por un deseo que solo es correspondido de manera torpe, y ver a Craig consumirse de forma tan vulnerable tiene un gran impacto cultural: antaño considerado el rostro mismo del garbo masculino, ahora su rostro está empapado del sudor del fracaso.
Aunque su interpretación ha suscitado elogios y rumores de Oscar desde que Queer se estrenó en el Festival de Venecia en septiembre, puede sorprender a los seguidores ver esta faceta de Craig después de verlo interpretar a un estoico agente secreto durante casi 15 años. Pero cuando le pregunté al director Luca Guadagnino si Queer está más cerca de la sensibilidad real de su protagonista de lo que la gente podría haber supuesto, me contestó: “Cada película es un documental sobre el actor que interpreta al personaje”.
Si es así, quizá ahora sea el momento perfecto para volver a conocer a Daniel Craig.
“A veces me parece muy risible la idea de la masculinidad”, dijo. Era temprano en una mañana de octubre, y había quedado con Craig para desayunar en el hotel Sunset Tower de West Hollywood para reflexionar sobre la interpretación “La mayoría de los hombres van por la vida en una performance de masculinidad”, me dijo. “Eso es lo que es: una actuación”.
En persona, Craig es mucho más reflexivo de lo que el interminable ajetreo de sus giras de prensa de James Bond podría haber sugerido: con dos pares de gafas metidas en su camisa azul abotonada y un flequillo rubio que le caía con frecuencia sobre la cara, tenía el aire afable de un profesor que se levanta temprano para ir a practicar surf. Autocrítico, se disculpaba por tener los ojos llorosos. “Si parezco un poco alterado”, dijo, “es que tengo un poco de jetlag”.
Aunque Craig tiene una concentración y un enfoque tranquilos, lo único que trata con la máxima seriedad es su trabajo: si todo el mundo no intenta hacer la mejor película posible, ¿qué sentido tiene? Esa fuerza también lo poseyó en sus días de Bond. “Si alguna vez algo decaía, yo pensaba, ‘Espera, este es el ambiente más raro que hay en el cine’”, dijo.
Esa actitud de “todo incluido” también tiene su precio. “Este trabajo me parece muy duro, y es más exigente a medida que envejezco”, dijo. Aunque hay muchas estrellas de cine que alcanzan una cierta cima de éxito y luego dejan de esforzarse, Craig no se considera una de ellas.
“Si puedes hacerlo, estupendo, pero yo no puedo”, dijo. “No soy un actor de método, pero es una pesadilla estar conmigo cuando trabajo. Quiero irme a casa y olvidarme de todo y ser normal y volver a casa, pero la mitad de mi cerebro sigue en el set”.
El éxito de Bond le ha dado el privilegio de ser más cuidadoso a la hora de elegir sus trabajos, lo que significa que últimamente es menos prolífico. “Tengo un hijo de 6 años en casa”, dijo Craig, que está casado con la actriz Rachel Weisz, “y no quiero estar fuera de casa tanto como en el pasado”. Cuando se compromete, no se lo toma a la ligera, pues necesita meses para estudiar el papel.
Pero toda esa entrega solo puede llevarlo hasta cierto punto. Con el fin de prepararse para Queer, Craig trabajó una y otra vez con un profesor de interpretación, perfeccionando su acento y estudiando detenidamente viejas imágenes de Burroughs en busca de ideas e inspiración para su personaje. Aun así, sucumbió a los nervios durante el primer día de rodaje.
“Trabajé en la voz y todos los detalles, pero aún así, me encontré aterrado”, dijo. Después de su primera toma, Craig ya no pudo mantener la compostura: “Estaba temblando, literalmente temblando. Luca se me acercó y fue como si chasqueara los dedos. Me dijo: ‘Aflojá’”.
De repente, la coraza del personaje —esa tensa interpretación de la masculinidad— se rompió, y Craig se dio cuenta de que, en su intento de mostrar las fragilidades de Lee, había mostrado las suyas. A partir de ese momento, dejó que la tensión se filtrara en su actuación y trató de seguir el ejemplo de su director, ya que Guadagnino era tan exigente como Craig, pero proyectaba un aire más desenfadado.
“Soy un inglés rígido”, dijo Craig con una sonrisa.
Aunque Queer pueda parecer una nueva dirección para la carrera de Craig, en otros sentidos, es un regreso a las fuentes. Antes de ser contratado como Bond, Craig se dio a conocer en películas independientes británicas como El amor es el diablo y The Mother, películas sexualmente explícitas que le exigían desnudar cuerpo y alma.
“No se avergüenza de lo que presenta como actor”, dijo Starkey, quien interpreta a su interés amoroso en Queer. “Encuentra pequeños entresijos de humanidad que todos experimentamos pero que quizá nos da vergüenza mostrar, y lo hace de manera natural”.
Las escenas de sexo pueden revelar el carácter o solo deleitarse con la belleza de los intérpretes, pero rara vez hacen aflorar el sentimiento de necesidad que se muestra en Queer. Entre conocidos en un bar, Lee se pavonea y mantiene el estilo, pero cuando está en su dormitorio con Allerton —o con un amante a sueldo interpretado por el cantante Omar Apollo— la necesidad pone de rodillas a ese hombre imperioso.
“El sexo es entrega”, dijo Craig con naturalidad. “A eso se reduce realmente, ahí es donde se establece la verdadera conexión”.
Sin embargo, su mayor temor era que, sin la vulnerabilidad que sustenta todas esas escenas de sexo, la historia solo pudiera reducirse a “un viejo que se pasea por Ciudad de México al acecho de hombres más jóvenes”, dice Craig. “Por supuesto que hay lujuria de por medio —lujuria plena y sucia—, pero también se trata de alguien que busca el amor en una época en la que todo debía ser muy complicado”.
Fue igual de ardiente en lo que respecta a la descripción del consumo de drogas en la película porque Lee, al igual que Burroughs, era adicto a la heroína. “He conocido a mucha gente drogadicta, y no es bonito”, dijo Craig.
Todo eso llega a su clímax en una secuencia filmada en una sola toma ininterrumpida de cuatro minutos, mientras Lee cocina y se inyecta heroína estando solo en su apartamento. Presentado con sencillez y sin adornos —para Lee, todo esto es tan rutinario como respirar—, el momento llega a ser desgarrador gracias a la franqueza de Craig.
“Estaba totalmente seguro de que esa escena tenía que desarrollarse en tiempo real, sin ninguna infracción de la ficción”, dijo Guadagnino, quien recurrió a un asesor, drogadicto en recuperación, para supervisar la verosimilitud de la secuencia. Tras ver la primera toma de Craig, Guadagnino dijo en voz baja “corten”, y se volteó para ver al asesor temblando y dolorido.
“Me dijo: ‘Es la experiencia de mi vida en cuatro minutos’”, recordó Guadagnino. “Daniel hizo que ese caballero se sintiera tan conectado, dolido y, al mismo tiempo, eufórico. Fue uno de los grandes momentos de mi vida”.
Para Craig, poner en pantalla algo menos que todo su ser habría sido deshonesto. “Reconozco al personaje en mí mismo”, dijo. “Reconozco el dolor, la añoranza, el anhelo, el amor, la dificultad y todos los defectos”. ¿Cómo se siente al final de un rodaje así, que le pide que se desnude tanto? “Normalmente me enfermo”, dijo. “Se te disparan las glándulas suprarrenales”. Bromeó diciendo que su ego también sufre: “Estás rodeado de gente que te ayuda todo el tiempo, y en casa no es así. Así que tenés que regresar al mundo real”.
Cuando trataba de abrirse camino como actor en la década del 90, Craig se dio cuenta de que su aire rudo y desenvuelto no encajaba bien con la estética predominante de Merchant Ivory. “Creo que no se me daba muy bien ser sofisticado, porque tenías que usar flequillo y parecer que habías ido a Eton”, dijo. Pasándose una mano por el flequillo de una forma que recordaba a Hugh Grant en sus mejores tiempos, Craig sonrió satisfecho. “Quizá podría hacerlo ahora”, dijo.
Craig empezó a dejarse crecer el pelo para Queer, y luego se lo dejó aún más largo para la siguiente entrega de la franquicia Knives Out de Netflix. El primer gran vistazo a su nueva apariencia se produjo en julio, cuando Craig protagonizó una campaña publicitaria para la marca de moda Loewe: con un estilo aniñado y suéteres de colores, desprendía tanto capricho de pelo alborotado que The New York Times proclamó que había “matado a su James Bond bien muerto”.
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Todas las especulaciones sobre su nuevo estilo le han hecho gracia. “Alguien me entrevistó el otro día diciendo: ‘¿Cuánto tiempo has tardado en idear este cambio de marca?’”, dijo. Craig reconoció, sin embargo, que es un peinado que no podría haber usado hasta hace poco.
“Cuando estás rodando una película de Bond”, dijo, “lo último que querés es que venga alguien y se meta con tu pelo cuando estás colgado de algo”.
Tres años después del estreno de Sin tiempo para morir, su última película de James Bond, Craig dijo que las presiones de la fama habían disminuido, lo que le había permitido relajarse un poco. Eso le ha dado una nueva perspectiva sobre hasta qué punto una estrella puede empezar a apartarse del mundo.
“He tenido que examinarme mucho en los últimos 20 años para intentar superarlo”, dijo. “Hubo un tiempo en que me encerré en mí mismo. Ahí es donde reside la locura. Pensás: ‘No puedo ir allí porque soy muy importante’”.
Ha estado prestando atención a la cantante Chappell Roan, quien ha denunciado el lado pernicioso de la fama durante su reciente ascenso al superestrellato. “No me importa que el abuso y el acoso, el acecho, lo que sea, sea algo normal para la gente que es famosa o un poco famosa”, dijo Roan en TikTok en agosto. Y añadió: “Eso no hace que esté bien. Eso no lo hace normal”.
Craig dijo: “Realmente admiro sus agallas para decir esas cosas”. Y explicó: “La fama te mata. De verdad, es algo terrible, terrible, que puede ocurrir y creo que tenés que luchar de verdad contra todas las cosas que te echa a la cara, porque es muy fácil caer en la tentación”. Las cosas solo empeoran, dijo. “Generar y mantener esa marca depende de la exposición que tengas”, afirmó.
Cuando se le preguntó si alguna vez había sentido la presión de convertirse más en marca que en actor, Craig se preguntó en voz alta: “¿Soy una marca? Tenés que dedicarte a las redes sociales, y yo no puedo hacerlo. Incluso me arrepiento de los correos electrónicos que envío”. Sin embargo, admitió que si le hubieran ofrecido Queer hace 10 años, habría antepuesto su lealtad a la marca Bond.
“No lo habría hecho”, dijo. “Estaba tan envuelto en Bond y en lo que era, que me habría aterrorizado hacer algo así”. También sabe que podría haberse percibido como un casting por pura publicidad: “Especialmente al principio con Bond, me decía: ‘Con esto es suficiente. Manténte en lo tuyo’”.
Ahora, sin embargo, las cosas son diferentes. ¿Alguna vez se ha planteado la idea de lo que el resto del mundo podría pensar de Queer?
“No”, dijo.
–¿Es energizante no preocuparse?
–Sí. No debería definir el camino. ¿Responderá el público? Creo que en el cine tenés que cuidar a tu público, pero no puedes estar guiñándole el ojo mientras trabajás.
Que la película conmocionara a sus seguidores o le valiera a Craig su primera nominación al Oscar nunca fue una preocupación prioritaria, dijo su coprotagonista. “No podrás funcionar como intérprete o artista o lo que sea si estás pensando constantemente en eso”, dijo Starkey, a quien inspiró la actitud atrevida de Craig. “Es punk, contracultural hasta la médula, y es refrescante verlo y trabajar con él. No tiene nada que lo frene”.
Así que es posible que Guadagnino tuviera razón y Queer sea un documental sobre el hombre que la protagoniza, ya que tanto la película como su protagonista se inclinan por ponerlo todo en juego. O quizá el film sea un espejo, sugirió Craig.
“Conozco a muchos hombres duros en este mundo que son vulnerables”, dijo, “y me gusta representar eso en las películas. Esa verdad me resulta interesante”. Tal vez ver a alguien como él anhelar de manera tan humillante pueda sobresaltarte hasta el punto de de preguntarte si vos también lo hacés.