La hija del jerarca nazi y su marido fueron imputados por encubrimiento de robo en contexto de genocidio
MAR DEL PLATA.- El matrimonio acusado de tener, ocultar y ...
MAR DEL PLATA.- El matrimonio acusado de tener, ocultar y finalmente entregar la obra Retrato de dama, denunciada como sustraída a un galerista holandés por fuerzas del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, quedó imputado por encubrimiento agravado de robo en contexto de genocidio y afrontará el resto del proceso judicial en libertad, solo con restricciones para salir del país.
Así lo dispuso este mediodía el juez Santiago Inchausti a requerimiento del fiscal Carlos Martínez, que investigó el caso y aportó pruebas que Patricia Kadgien y su esposo, Juan Carlos Cortegoso, entorpecieron la investigación cuando quitaron de su casa y derivaron a un lugar aún desconocido esta obra del pintor italiano Giusseppe Ghislandi y que hasta principios de la década del 40 estuvo en manos del marchand Jacques Goudstikker.
Los acusados llegaron a esta audiencia con prisión domiciliaria vigente, ya que les fue impuesta el pasado lunes, a las 19, cuando se hizo un segundo allanamiento en el domicilio donde viven y estaba el cuadro, en el barrio Parque Luro. Recién lo entregaron ayer al mediodía, paso que ejecutó el abogado de los imputados, Carlos Murcia.
El defensor planteó durante esta hora que duró esta audiencia, dispuesta por la Oficina Judicial Mar del Plata en el marco de la implementación del nuevo sistema acusatorio federal, que rechazaba los cargos que se imputaban a sus clientes, resaltó que siempre estuvieron a derecho e insistió en su inocencia.
El retrato, que tiene más de 300 años y se encuentra en muy buen estado de conservación, quedó secuestrado y bajo custodia del Ministerio Público Fiscal. Martínez confirmó que hay una propuesta, avalada por los eventuales destinatarios, de que la obra sea trasladada y resguardada en el Museo del Holocausto, en Capital Federal, hasta tanto se resuelva a quién le pertenece.
Retrato de dama figura en un listado de la Agencia de Patrimonio Cultural de Países bajos donde constan cientos de obras que el gobierno nazi robó en su paso por Holanda. En este caso fue en Ámsterdam, donde vivía Goudstikker, y había pruebas para señalar que este cuadro en particular había quedado en manos de Friedrich Gustav Kadgien, un experto en finanzas que colaboraba en los círculos más altos de poder del gobierno de Adolf Hitler.