“La mayoría de la gente no quiere la libertad realmente, porque la libertad implica responsabilidad”
Pocos días atrás miles de personas se privaron de horas de sueño, descanso y privacidad para hacer largas filas desde la madrugada e invadir, apenas este abriera sus puertas, el primer local de ...
Pocos días atrás miles de personas se privaron de horas de sueño, descanso y privacidad para hacer largas filas desde la madrugada e invadir, apenas este abriera sus puertas, el primer local de una tienda francesa de artículos generales que se inauguraba a la mañana siguiente en la zona norte de Buenos Aires. La tienda no iba a cerrar en pocas horas. Permanecería abierta todos los días a partir de entonces. Se podía ir en cualquier otro momento, sin aglomeración. Pero aquel amontonamiento confirmaba, a su manera, lo que el británico Wilfred Trotter (1872-1939), uno de los precursores de la neurocirugía, afirmó en su libro de 1916 titulado Instintos de manada en la paz y en la guerra.
Además de su especialidad, Trotter era un estudioso de la historia, la filosofía y las ciencias políticas, una suerte de renacentista del siglo veinte interesado en todas las facetas del comportamiento humano. Sostenía que, al juntarse en grupos impulsado por su naturaleza gregaria, el ser humano pierde iniciativa e independencia individual, demuestra debilidad intelectual y falta de moderación emocional. Hay una regresión a etapas similares a las de la primera infancia. Ya no actúa por sí mismo, sino que, una vez inmerso en el grupo, opera por imitación. Hace lo mismo que los otros. Está incondicionalmente adaptado al pensamiento colectivo, tanto en lo que hace a opiniones, acciones y gustos, como a prejuicios. Entrega su identidad a cambio de seguridad.
El de Trotter es un texto clásico en el estudio de los fenómenos sociales, y si bien respira el aire de una época turbulenta (Primera Guerra Mundial y prolegómenos de la Segunda), recoge sombríos ecos en el tiempo presente. Hoy grandes masas (manadas, en la nomenclatura de Trotter) se mueven en el mundo atraídas por líderes narcisistas, psicópatas sin reparos morales ni escrúpulos a la hora de manipular esas oleadas humanas. Se observa ese fenómeno ante todo en la política, pero es también muy evidente en fenómenos como recitales, religiones, el deporte y el consumo masivo, desbocado y depredador.
La responsabilidad
Un hecho significativo en la vida de Trotter fue que tuvo como paciente a Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, cuando este se mudó de Viena a Londres huyendo del nazismo. Además de operarlo del doloroso cáncer de lengua y garganta que este padecía desde hacía tiempo, Trotter compartía con Freud el estudio del comportamiento humano en las masas. Y disentían en un punto. Para Freud era esencial el rol del líder, en quien veía una suerte de hipnotizador colectivo, capaz de convertir al rebaño en una verdadera horda. Consideraba, además, que la manada ve en el líder a un gran padre al que quisiera emular, pero no puede. Por lo tanto, delega en él todo el poder y le obedece. El amor, no en sentido romántico sino como un lazo de la libido, y el odio son las dos emociones con que el líder manipula a la masa. Amor ciego hacia él, odio ilimitado hacia lo ajeno, los otros. Trotter no ponía el acento en el líder sino en el elemento emocional común del que nace el agrupamiento y, la autoconformación del rebaño, del cual el líder sería un miembro más.
Más allá de estas miradas, hay un punto ineludible en la psicología de las masas. En la manada (u horda, según el caso) se diluye la responsabilidad individual, valor fundamental en las relaciones humanas. La identidad personal se licúa y confunde y nadie se hace cargo de nada. En tiempos de líderes peligrosos, y de manipulaciones ocultas y subliminales, la impunidad colectiva remplaza a la responsabilidad individual. Recuperar esta y honrarla es un deber moral. Freud decía: “La mayoría de la gente no quiere la libertad realmente, porque la libertad implica responsabilidad, y la mayoría de las personas tienen miedo de la responsabilidad.” Para esas personas, la manada es refugio.