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La Torre Saint, icono de la arquitectura porteña en el barrio donde vivieron desde Aristóteles Onassis a Carlos Gardel y Luca Prodan

Como bien decía Truman Capote, “el lugar más lindo del mundo es aquel en el que nos imaginamos a nosotros mismos comprándonos una parte”. Buenos Aires nos convierte sintomáticamente en los ...

Como bien decía Truman Capote, “el lugar más lindo del mundo es aquel en el que nos imaginamos a nosotros mismos comprándonos una parte”. Buenos Aires nos convierte sintomáticamente en los ilusos propietarios de decenas de edificios históricos con fachadas deslumbrantes, casi siempre firmados por arquitectos egresados de las mejores escuelas europeas del siglo XX. La fantasía de poseerlos incluye la vida cotidiana en sus interiores: en la postal nos vemos habitándolos rodeados de detalles constructivos originales y muebles acordes a la época.

De la ciudad que no miramos, quizá el área de Once en el barrio de Balvanera sea una de las menos apreciadas por los porteños, pese a que aloja en su caótico paisaje a las arquitecturas más eclécticas y singulares de la ciudad. Basta caminar un fin de semana por la zona para descubrir las impactantes visuales que ofrece el conjunto de cuadras en las que conviven curvas, líneas rectas, ornamentos y magnificas herrerías aunque, si bien la mayoría de los edificios mantiene sus características constructivas originales, las fachadas quedaron opacadas por la profusión de carteles comerciales, balcones con ropa tendida y aparatos de aire acondicionado colgados sin ningún criterio de preservación. El “eleven”, como le llaman los porteños, debió haber sido un lujo al principio de esta arbitraria modernidad.

Como parte del plan Once Peatonal lanzado para poner en valor un sector comercial de este barrio donde vivieron Discépolo, Aristóteles Onassis, Bernardo Houssay, Carlos Gardel y Luca Prodan, entre otros personajes, las autoridades del Ministerio de Ambiente y espacio Público anunciaron la recuperación de la Torre Saint en 2017, un edificio histórico anclado sobre calle Perón al 2600. Quienes saben de su existencia recordarán que fue construido para uso residencial en 1925 por encargo del empresario Emilio Saint, heredero de la famosa fábrica de chocolates Águila. En esos años el mundo entero asistía a los primeros hallazgos de las tumbas en Egipto, por lo que la influencia de los faraones no tardó en manifestarse en las corrientes estéticas de la época. Fascinado por ellas, Saint le encomendó el proyecto al arquitecto francés Robert Charles Tiphaine y al ingeniero Italo Galli, que montó la estructura de hormigón armado sobre la que se asienta este monumento único en su estilo.

La historia de un edificio que reinterpretó el art deco

Cuenta la historia que la obra demandó tres años y entre sus particularidades destacan dos cúpulas gemelas en el remate, una de ellas averiada a causa de un incendio. Para el caminante no es fácil verlas desde la vereda ya que están ubicadas hacia el interior del edificio, como mirando a la calle Paso. “Es una torre histórica que se puede ver desde lejos, desde la avenida Díaz Vélez (en Almagro), la puesta en valor fue para recuperar uno de los edificios más emblemáticos de la zona cuya cúpula se dañó en un incendio y nunca más se reparó”, afirmó la arquitecta Flavia Rinaldi a cargo de aquel proyecto Once Peatonal.

Actualmente la Torre Saint cuenta con la protección de la Ley Anchorena (N° 3056) que salva de la picota a las edificaciones anteriores a 1941 (aunque no a todas). En su último libro, el arquitecto Fabio Grementieri, especializado en patrimonio urbano, describe el estilo de la casa como una reinterpretación del art deco, y por la profusa mezcla decorativa en la que destacan “pilastras egipcias, columnas Luis XVI, contrafuertes góticos, urnas griegas y templetes sajones” la compara con el Waldorf Astoria y otros grandes edificios coronados por torres dobles ubicados en torno al Central Park, en Manhattan. Hoy está habitada por familias y, con la llegada de las inmobiliarias a las redes sociales, el negocio de los bienes raíces se ha transformado en un espectáculo gratuito para esos soñadores sin crédito que miran diez veces el mismo reel para comprobar la perfección del diseño de sus plantas y la maravilla de las terminaciones.

Un exterior, muchos interiores

Los vendedores repiten en sus textos y parlamentos las palabras que necesitamos escuchar: “edificio de valor patrimonial”, “detalles arquitectónicos”, “exclusividad”, “lujo del pasado”. Pero en rigor, en muchos casos (no en todos), cuando en el video se abre la puerta o llegamos a la segunda foto del carrete, la ilusión - que es un bien demasiado volátil- se desvanece. Con tristeza comprobamos que las puertas originales fueron reemplazadas por otras enchapadas, que los pisos de fina madera desaparecieron bajo el porcelanato; las boiseries están pintadas con esmaltes brillantes y por encima de los zócalos corre un inoportuno cablecanal y, lo peor, se tiraron paredes para integrar ambientes al estilo norteamericano.

“Venta depto 5 amb en once terraza y parrilla” reza el anuncio de una conocida inmobiliaria internacional. Aunque no hay ni una sola palabra atractiva en la frase, la intención de comparar el valor del metro cuadrado en la zona nos lleva a hacer clic en la página y …oh, sorpresa: el departamento en cuestión está en la fabulosa Torre Saint, en Once. Restaurado en 2018 la Torre Saint volvió a brillar luego de que entonces se recuperaran las dos torres de este edificio icónico.

Se inauguró en 1928. Su calidad constructiva era natural de ese tiempo de mármoles, carpintería y herrería europeas, y conciencia de lo que significaba vivir en un consorcio: la Torre Saint tiene cámara de aire entre las paredes divisorias, lo que impide escuchar la intimidad de los vecinos.

La unidad que por estos días se encuentra a la venta ocupa un piso bajo, pero la decepción es grande cuando entramos a la galería de imágenes y comprobamos que el encanto de ese pasado faraónico se esfumó con los dudosos criterios de la contemporaneidad, pues tratar de imitar el interior de una cabaña revestida en piedra y madera parece una aberración adentro de una arquitectura que se anticipó a las vanguardias. Pero cierto es que cada quien vive como quiere y que el respeto por el patrimonio no es parejo. Eso sí: sigue siendo la fabulosa Torre Saint, y nunca faltan almas sensibles dispuestas a invertir en una obra de puesta en valor.

Como sugiere el prospecto que acompaña a los medicamentos, “antes de consumir consultar con un profesional de la salud”, en este caso, antes de picar paredes mejor consultar siempre con un arquitecto amigo.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/restauran-la-torre-saint-icono-de-la-arquitectura-portena-nid2074726/

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