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Locas de amor: cómo una pintura del siglo XIX hipnotizó a las swifties

Mi padre dejó la casa familiar para irse con esa otra mujer justo en ese año que leíamos Hamlet en el colegio. La ...

Locas de amor: cómo una pintura del siglo XIX hipnotizó a las swifties

Mi padre dejó la casa familiar para irse con esa otra mujer justo en ese año que leíamos Hamlet en el colegio. La ...

Mi padre dejó la casa familiar para irse con esa otra mujer justo en ese año que leíamos Hamlet en el colegio. La furia del joven príncipe con su madre por la premura con la que esta se había arrojado a los brazos de su cuñado cuando aún llevaba los mismos zapatos con los que había acompañado el cortejo fúnebre de su marido, el odio visceral a su tío, el escepticismo con respecto al amor, la fragilidad de las mujeres, del mundo, la fidelidad, todos eran temas que resonaban en mi cabeza. Si Corín Tellado nos había maleducado en el amor, Shakespeare, cuatrocientos años antes, nos daba esa otra parte de la educación emocional junto a letras de The Cure y U2. Y no era princesa de Dinamarca, había cambiado al malvado rey por una madrastra que cumplía con los estereotipos de los cuentos de hadas y estaba un poco identificada y otro poco enamorada de Hamlet. Era capaz de enojarme tanto como él y de decir las atrocidades más grandes (aunque con menos facilidad de palabra que Shakespeare). Éramos jóvenes y estábamos sufriendo. Y después estaba Ofelia, con ese amor desesperado que no entendía de razones ni de límites. También sufría por ella. También era un poco ella.

¿Qué significa que una persona prefiera callar para evitar peleas y conflictos, según la psicología?

Por esos tiempos pensábamos que las mujeres estábamos irremediablemente destinadas a sufrir por amor y era casi imposible hacerse a la idea de que alguien simplemente no te quisiese y abandonar la lucha, ponerse de pie y seguir adelante. Había que insistir, tolerar, pergeñar estrategias, todo por conquistar. La hermana mayor de una amiga, con algunos años más de sabiduría y otros tantos de equilibrio emocional, nos cantaba burlona “Trapitooooo”, y ponía sus brazos en forma de cruz como el personaje del espantapájaros de García Ferré: “¡Se arrastran como trapos de piso por amor!”. Y con eso también nos explicaba que Ofelia terminaba mal, ahogada en el agua de un arroyo, rodeada de bellísimas flores, pero muerta. Y soltera, hay que decirlo. Trapito era una buena expresión para la generación X, los alfa dirán que ese vínculo era toxic, y aun entendiendo el concepto cometerán los mismos errores de juventud.

La escena abre con una majestuosa sala a media luz y un movimiento de cámara nos lleva a un cuadro. Es Taylor Swift vestida de Ofelia con un vaporoso vestido blanco, recostada sobre el agua y rodeada de flores. En segundos se pone de pie, sale del cuadro y comienza a cantar. El tema se llama “El destino de Ofelia”, y se inspira en la trágica figura de la obra Hamlet, de Shakespeare. Ofelia, esa que enloquece por amor y muere.

El cuadro del que revive Taylor es la réplica perfecta de un óleo del pintor alemán Friedrich Heyser pintado alrededor del 1900 y se encuentra exhibido en el Museo de Wiesbaden en la ciudad alemana que lleva ese mismo nombre. A su vez, está inspirada en otra pintura de 1852 que también retrata los minutos finales de Ofelia, del prerrafaelita John Everett Millais.

Desde el lanzamiento en octubre del último álbum de Talylor Swift, The Life of a Showgirl, que contiene el tema sobre Ofelia, el museo de más de doscientos años ha estado en la boca de la tormenta con miles de fanáticas acercándose a ver la obra. Los y las fans de Taylor, los swifties, que son casi arqueólogos buscando tesoros escondidos entre la arena rápidamente descubrieron la referencia y corrieron la voz en redes sociales: el cuadro en cuestión existía y estaba en Alemania. La viralidad fue casi tan inevitable como el destino de la joven Ofelia y los fans no tardaron en llegar.

“Estamos viviendo una auténtica fiebre de Ofelia en estos momentos y estamos bastante sorprendidos y contentos con ello”, dijo la portavoz del museo, Susanne Hirschmann, a la prensa británica.

La escena que aparece en el cuadro se describe en el acto IV, escena VII de Hamlet, en un discurso de la reina Gertrudis. Nunca se ve en el escenario, no existe salvo por la descripción de reina. Con el corazón roto y casi perdiendo la cabeza por el dolor, Ofelia hace guirnaldas de flores silvestres. Cuando se trepa a un sauce que cuelga sobre un arroyo, una rama se rompe bajo su peso y cae al agua. Se mantiene un tiempo a flote por el aire atrapado entre las telas de su vestido, como una sirena, dice Shakespeare. Canta, también como una sirena, inconsciente del peligro. Pero son esas mismas ropas empapadas las que la llevan a una muerte fangosa. El cuadro, en todas sus versiones, la pinta antes de hundirse para siempre, ahogada por su pena de amor. Hamlet no la quiere, que se vaya a un convento, le dice. ¿Habrá algo que duela más que ese desprecio, habrá peor golpe al narcisismo?

En la letra de la canción Taylor les habla a sus fans de otras posibilidades para el amor y sus finales trágicos. Era una cama fría repleta de escorpiones. Podría haberme ahogado en la melancolía, dice, pero me desenterraste de mi tumba y salvaste mi corazón del destino de Ofelia. Puede ser que un leve rasgo de cinismo me haga dudar de la figura del príncipe salvador, pero esa soy yo. Y existen amores sanos, claro. En el Museo de Wiesbaden niñas se agolpan en la entrada y jóvenes de todo el mundo se anotan en conferencias acerca de la obra y se sacan fotos frente al cuadro de Heyser, que para muchas personas debe recrear la escena del videoclip. Pasaron siglos entre la tragedia shakespeariana, las pinturas en cuestión y el último álbum de Taylor Swift, pero el dolor, el amor y la fascinación por estos temas parecen estar intactos.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/salud/locas-de-amor-como-una-pintura-del-siglo-xix-hipnotizo-a-las-swifties-nid14122025/

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