Los desafíos de la fruta del dragón
Buena parte de la vida se trata, simplemente, de prestar atención. Por sí, la atención es un fenómeno psíquico extraordinario, porque desde la libélula que se lanza sobre su presa en p...
Buena parte de la vida se trata, simplemente, de prestar atención.
Por sí, la atención es un fenómeno psíquico extraordinario, porque desde la libélula que se lanza sobre su presa en pleno vuelo hasta los músicos de una orquesta sinfónica, que están todos, como una gran mente colectiva, en exactamente el mismo compás, la atención es a la vez un sello característico de lo que vive y un enigma que los sabios vienen estudiando desde al menos el siglo XVII, con el sacerdote católico y filósofo Nicolas Malebranche, que, no por casualidad, enfatizaba la necesidad de prestar más atención en nuestra vida diaria.
Pero no estaba pensando en nada de esto cuando vi en las heladeras de la proveeduría del barrio unas frutas que no conocía, y que por eso, y por su aspecto alienígena, reclamaron mi atención. Parecían sacadas de una película de ciencia ficción clase B y en lo primero que pensé fue en el precio, que en estos productos exóticos tiende a ser absurdo; pero resultó que no, y bajo los efectos de esta adicción incurable que es la curiosidad, me llevé una. Estaban etiquetadas como fruta del dragón.
Antes de llegar a casa ya sabía lo que era, gracias a PlantNet, una app extraordinaria que combina la buena voluntad de sus usuarios con inteligencia artificial (visión artificial, en este caso). Ahora sabía que había comprado el fruto de una cactácea llamada Selenicereus, mejor conocida como pitahaya o pitaya. Por fuera era llamativa, rojiza y con unas brácteas que –aprendería luego– antes de la cosecha terminan en unas espinas muy agudas que dificultan mucho su recolección. Así que lo de fruta del dragón tenía todo el sentido del mundo. De Games of Thrones a su góndola, digamos.
Pero cuando la corté por la mitad, ¡ay! Existen varias especies de este cactus, pero por lejos la más llamativa, hipnótica como una delicia prohibida y cuyo color no parece por completo de este mundo, es Selenicereus costaricensis. Se la cultiva en América central y el norte de América del Sur, y su pulpa se encuentra entre el magenta y el fucsia y está constelada de cientos de semillas negras muy pequeñas. Me quedé fascinado, y no sabía si probarla o no, porque resonaba con frecuencias extrañas y perturbadoras. Así es la percepción; llena de sesgos. Me había pasado algo semejante, 40 años atrás, cuando descubrí los kiwis, que en esa época eran una rareza.
Por supuesto la probé, pero como no está entre mis destrezas el relato de los descriptores organolépticos solo diré que es rica, pero que su sabor no le hace justicia a esa estampa de delicadeza preternatural. En todo caso, antes que la gastronomía está mi pasión por las semillas (tengo un armario dedicado solo a esto, ¿se los había contado?), y sabía de antemano, solo al ver esa pulpa densa, pero tierna, que me esperaba un trabajo arduo.
Al revés de lo que recomiendan los videos delirantes que se ven en las redes sociales, las semillas deben limpiarse y secarse antes de intentar plantarlas. En ocasiones, además, se requiere un período de frío (incluso por debajo de cero) y en otros una cantidad monumental de paciencia. Pero primero, para no darles de comer a los hongos y otros enemigos de la germinación, hay que limpiarlas y dejarlas secar al menos 15 días.
Vino en mi ayuda un colador de plástico (el metal no era una buena idea en este caso), y luego de extraer una cucharadita de la pulpa vistosa, me puse a trabajar. Durante varios días, dejando reposar en agua el amasijo mucilaginoso, logré obtener más o menos un puñado de semillas (¿cincuenta, cien?) que después, en un lugar fresco y seco, se secaron por evaporación.
Ahora, descansarán durante todo el invierno y la próxima primavera haré el intento de reproducirlas. La pitaya es un cactus desgarbado que resiste a la sequía, pero detesta el frío. Ya veremos. Si germina y prospera, el siguiente desafío será la polinización. Habrá más noticias dentro de algunos meses.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/los-desafios-de-la-fruta-del-dragon-nid16042025/