Los ultraprocesados pueden causar una dependencia similar al uso de drogas, según los investigadores
Investigadoras de las universidades de Drexel, Michigan, Pensilvania y del Instituto Nacional sobre el Abuso de Alcohol y Alcoholismo, todas en Estados Unidos, publicaron un artículo en la revista...
Investigadoras de las universidades de Drexel, Michigan, Pensilvania y del Instituto Nacional sobre el Abuso de Alcohol y Alcoholismo, todas en Estados Unidos, publicaron un artículo en la revista científica Nature Medicine en el que sostienen que “llegó el momento de reconocer y responder a la adicción a los alimentos ultraprocesados”.
El término se refiere a comidas y bebidas envasadas, ricas en azúcar, aceites y grasas, que atraviesan múltiples procesos industriales con la adición de una serie de químicos y tienen un valor nutricional muy bajo. Productos como snacks salados, gaseosas y muchos otros son opciones altamente sabrosas y prácticas, pero se asocian cada vez más con problemas de salud.
En cuanto a la adicción, hay un debate científico sobre si es posible hablar de dependencia a ultraprocesados, algo que aún no genera consenso. Sin embargo, para las cuatro autoras del nuevo artículo, sí existen evidencias suficientes para respaldar esta clasificación.
“No estamos diciendo que todos los alimentos sean adictivos. Estamos diciendo que muchos alimentos ultraprocesados están diseñados para ser adictivos. Y, a menos que reconozcamos esto, seguiremos fallándoles a las personas más afectadas, especialmente a los niños”, afirma la autora principal del estudio, Ashley Gearhardt, profesora de Psicología de la Universidad de Michigan.
Las investigadoras afirman que los ultraprocesados pueden desencadenar comportamientos adictivos y activar mecanismos neurobiológicos que cumplen con los mismos criterios clínicos usados para diagnosticar trastornos por uso de sustancias como el alcohol, el tabaco y otras drogas.
Por ello, argumentan que no reconocer la dependencia a ultraprocesados como un diagnóstico sería “una omisión peligrosa, con graves consecuencias para la salud pública mundial”. En Estados Unidos, la FDA (Agencia de Alimentos y Medicamentos) y los Institutos Nacionales de Salud (NIH) lanzaron una iniciativa conjunta inspirada en el programa de combate al tabaquismo para estudiar este tema.
En la red social X (antes Twitter), Carlos Monteiro —profesor de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo (USP) y creador del concepto de alimentos ultraprocesados— compartió el artículo y comentó que, con “argumentos convincentes”, estas “importantes especialistas en salud mental piden el reconocimiento de la adicción a los alimentos ultraprocesados como un trastorno, para apoyar una mejor prevención, tratamiento y políticas públicas más eficaces”.
En el estudio, las autoras analizaron evidencias de casi 300 investigaciones realizadas en 36 países, y concluyeron que los ultraprocesados pueden secuestrar el sistema de recompensa del cerebro, provocando deseos intensos, pérdida de control y consumo persistente, a pesar de consecuencias negativas: características propias de una adicción.
También afirman que estudios de neuroimagen revelaron que personas con consumo compulsivo de ultraprocesados presentan alteraciones en los circuitos cerebrales similares a las observadas en la dependencia al alcohol y la cocaína.
Mencionan además que medicamentos que reducen el deseo por estos alimentos, como los análogos del GLP-1, también demostraron eficacia en disminuir el uso compulsivo de drogas, lo que “refuerza la idea de mecanismos neurobiológicos compartidos”. Asimismo, recuerdan que condiciones como el trastorno por uso de óxido nitroso o de cafeína ya fueron incluidas en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), incluso con evidencia limitada.
“El criterio para reconocer una adicción fue mucho más laxo en otros casos. Ya es hora de que la adicción a los alimentos ultraprocesados sea sometida al mismo rigor científico”, afirma Erica LaFata, una de las autoras y profesora del Centro de Ciencia del Peso, Alimentación y Estilo de Vida de la Universidad Drexel.
Las investigadoras señalan que una crítica frecuente a esta idea es que los alimentos son necesarios para sobrevivir, a diferencia de drogas como el tabaco o el alcohol. No obstante, argumentan que los ultraprocesados atraviesan procesos industriales que los alejan considerablemente de los alimentos naturales.
“La gente no se vuelve adicta a las manzanas o al arroz integral. Están luchando contra productos industriales diseñados específicamente para actuar sobre el cerebro como una droga: de forma rápida, intensa y repetida”, sostiene Ashley. “Hemos creado un entorno alimentario inundado de productos que funcionan más como la nicotina que como nutrición. Y los niños son el principal objetivo”, escriben en el artículo.
Las autoras piden que responsables de salud pública, profesionales y formuladores de políticas reconozcan formalmente la adicción a los ultraprocesados, y financien investigaciones y herramientas para su diagnóstico y tratamiento. También, que se implementen medidas similares a las del control del tabaco, como restricciones a la publicidad y campañas educativas.
Cómo identificar los ultraprocesadosEl concepto de alimentos ultraprocesados, que se difundió mundialmente, fue desarrollado por investigadores de la USP mediante la clasificación NOVA, que divide los alimentos y bebidas en cuatro grupos:
Alimentos naturales o mínimamente procesados: obtenidos directamente de la naturaleza o que pasan por procesos simples sin adición de sustancias, manteniendo sus características originales (como carnes, granos, leche y frutas).Ingredientes culinarios procesados: extraídos de alimentos o directamente de la naturaleza, usados en pequeñas cantidades para cocinar, como aceites, sal y azúcar.Alimentos procesados: modificados con ingredientes del grupo anterior para aumentar su durabilidad y variedad, como panes, quesos y conservas.Ultraprocesados: formulaciones industriales con diversos aditivos, como colorantes, saborizantes e ingredientes modificados. Imágenes de alimentos naturales, pero con bajo valor nutricional y alto atractivo comercial. Ejemplos: refrescos, snacks salados, dulces, helados, barras de cereal, panes envasados, margarina, fideos instantáneos, entre otros.