Messi, versión Inter Miami: más goles, más sonrisas y mejores números que en el PSG, su rival en el Mundial de Clubes
MIAMI (Enviado especial).- Lionel Messi no necesita jugar un partido para convertirse en el centro de la escena. A veces, con apenas un paso sobre el césped, alcanza para que todo gire a su alrede...
MIAMI (Enviado especial).- Lionel Messi no necesita jugar un partido para convertirse en el centro de la escena. A veces, con apenas un paso sobre el césped, alcanza para que todo gire a su alrededor. En el predio de Inter Miami, a medida que uno se acerca al campo de juego, el ambiente cambia. Son las 8 de la mañana y el sol de Florida ya empieza a pegar fuerte, por eso los entrenamientos arrancan temprano, para evitar que el calor desgaste a los jugadores, especialmente ahora que el calendario aprieta y se juega cada pocos días. Cuando Messi asoma, el murmullo crece, las cámaras se preparan, los teléfonos se levantan para captar cada movimiento. Nadie habla de otra cosa. Nadie mira hacia otro lado. Todos esperan por él.
Y entonces, aparece. Tranquilo, sereno, acompañado esta vez por una figura especial: Javier Mascherano, el entrenador, que en un momento se sumó a la práctica como un jugador más. Messi sonríe, juega, tira lujos. Se lo nota cómodo, con confianza, disfrutando. Su lenguaje corporal transmite una seguridad absoluta. Cada toque suyo levanta un suspiro. Cada destello técnico genera una reacción inmediata entre los periodistas, fotógrafos y quienes caminan alrededor del campo. Acá en Miami, donde el espectáculo es parte de la vida cotidiana, Messi todo lo convierte en un show.
El 10 llega enfocado al duelo contra el PSG, un rival que conoce al detalle y que marcó una etapa complicada en su carrera. En París, dejó números interesantes, pero nunca logró explotar ni brillar como se esperaba. Jugó 75 partidos, metió 32 goles y repartió 35 asistencias, pero jamás alcanzó su pico más alto tras la extraordinaria etapa que vivió en Barcelona. Nunca terminó de sentirse cómodo, como si no encajara del todo en el equipo ni en la ciudad. Los hinchas nunca lo quisieron completamente, y lo silbaron tanto antes como después de la consagración argentina en Qatar. De hecho, muchos no le perdonaron haber sido la gran figura de la final ante Francia.
Pero acá en Miami, la historia es muy diferente. En lo que va del año, Messi lleva 17 goles y siete asistencias en 24 partidos entre MLS, Concacaf y Mundial de Clubes, pero su impacto va más allá: con Inter suma un total de 50 goles y 23 asistencias en 62 encuentros disputados. En contraste, su etapa en el PSG no tuvo ese poder de fuego: acumuló 32 goles y 35 asistencias en 75 partidos. Está claro que la MLS no exige lo mismo que Europa: hay menos presión, las defensas son más permisivas y el ritmo de juego es otro. Pero eso no le quita mérito. Messi se lo está tomando en serio y se lo nota enchufadísimo. Es un fútbol con más espacios, menos vértigo, menos roce, y eso juega a su favor. Es un juego a la medida de lo que hoy Messi necesita. El cuerpo responde, la cabeza también. Y nadie le quita la ilusión de seguir haciendo historia con el Inter, que terminó segundo en su grupo con los mismos puntos que Palmeiras, uno de los grandes candidatos al título.
El golazo de Messi desde la cámara del árbitroEn el Mundial de Clubes, la cosa también tiene su condimento especial. Messi debutó contra Porto y demostró que sigue más vigente que nunca. Golazo de tiro libre y participación activa en casi todas las jugadas ofensivas. Ya suma seis goles en siete partidos oficiales en Mundiales de Clubes, igualando los registros históricos de Karim Benzema y su compañero de equipo, Luis Suárez. Con Boca y River fuera de competencia, todas las miradas de los medios y los hinchas argentinos se posan sobre Messi. Su cara está en cada cartel que anuncia el torneo, y no hay tienda donde no se venda su camiseta, la más vendida del campeonato.
Aunque su paso por el PSG no fue el más brillante, Messi dejó recuerdos en varios de sus excompañeros. Achraf Hakimi, uno de los jugadores con los que más afinidad tuvo en París, habló con afecto sobre él, pero también dejó una advertencia de cara al choque de este domingo a las 13 (hora Argentina), en Charlotte. “Sería genial volver a ver a Messi. Pasé dos años con él y lo pasé muy bien. Después, en el campo, no hay amigos. Intentará ganar, y nosotros, también”, avisó. También Gianluigi Donnarumma, arquero del equipo francés, se refirió al reencuentro con el astro: “Es fantástico para nosotros y para mí. Leo es un gran amigo”.
En estas horas, dos noticias relacionadas con Messi coparon los titulares de los sitios deportivos. Aunque el fútbol no es la prioridad, la gran legión de hinchas latinos de Inter Miami hace que Messi siempre esté en el centro de la escena. Por un lado, volvió a sonar el interés del Al Hilal, el gigante de Arabia Saudita que forma parte del Mundial de Clubes y que ya lo quiso tentar en otra ocasión.
Messi tiene contrato con Inter Miami hasta diciembre, y su futuro, por ahora, sigue siendo una incógnita: ¿se va a Arabia? ¿Renueva con las Garzas? ¿Vuelve a Newell’s? Por ahora, el foco está en el presente y en el gran desafío que se viene. Además, Messi fue confirmado en la lista de 26 jugadores de la MLS para disputar el Juego de las Estrellas ante un combinado de la liga mexicana, en poco menos de un mes, en el estadio del Austin. Antes, claro, intentará llevar a Inter a los cuartos de final del Mundial de Clubes, donde esperan Palmeiras o Botafogo.
Será la primera vez que Messi enfrente oficialmente a un equipo en el que jugó. No lo hizo con el Barcelona luego de su salida en 2021, ni con el PSG desde su llegada a Miami. Y no será un partido más. Por todo lo que hay en juego y por el morbo que arrastra este duelo con los franceses. Muchos argentinos que viajaron a Estados Unidos para seguir a Boca y a River estarán presentes en el Bank of America Stadium de Charlotte, con capacidad para 75.000 espectadores. A pesar de los precios, la demanda es alta. Ver a Messi desde detrás de un arco cuesta unos 200 dólares, y desde la mitad de la cancha, supera los 400. Verlo sonriente y compitiendo en un alto nivel, a tan poco del Mundial, no tiene desperdicio. Y tampoco tiene precio.