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Por qué los malos no son inteligentes

En diciembre de 2022, la OEI (Organización Educativa Iberoamericana), un organismo intergubernamental, convocó a una conferencia virtual de ministros y autoridades educativas de Iberoamérica. El...

Por qué los malos no son inteligentes

En diciembre de 2022, la OEI (Organización Educativa Iberoamericana), un organismo intergubernamental, convocó a una conferencia virtual de ministros y autoridades educativas de Iberoamérica. El...

En diciembre de 2022, la OEI (Organización Educativa Iberoamericana), un organismo intergubernamental, convocó a una conferencia virtual de ministros y autoridades educativas de Iberoamérica. El evento procuraba responder a una pregunta: ¿Qué tipo de ciudadanos queremos formar en el siglo XXI? Como principal orador se invitó a Howard Gardner. A sus 83 años, Gardner, psicólogo y neurólogo, es célebre por su teoría de las inteligencias múltiples, que niega la existencia de un solo tipo de inteligencia común a todos los seres humanos y sostiene que en la medida en que cada individuo es único también lo son sus capacidades cognitivas.

Ninguna persona es más inteligente que otra, cada una está dotada de un tipo especial de inteligencia. En principio, y como resultado de sus investigaciones, ha detectado siete de ellas: inteligencia lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, cinético-corporal, interpersonal e intrapersonal. Y aspira a demostrar que existen otras tres. Una inteligencia naturalista, otra pedagógica y otra existencial, orientada a las preguntas trascendentes sobre la vida y el mundo. Porque se puede vivir sin filosofía, afirma, pero se vive peor.

Gardner cree que la educación tiene un papel central en la captación y desarrollo del tipo de inteligencia de cada persona, está en contra de la memorización como herramienta de aprendizaje y descree de las pruebas internacionales que, desconociendo datos históricos, sociales y culturales puntuales, clasifican a los países, a sus alumnos y a los rendimientos educativos con una nomenclatura única. Piensa que la diversidad es nuestra característica esencial como humanos y que hay que preservarla y enriquecerla reconociendo las potencialidades especiales de cada individuo. Desde que presentó y fundamentó su teoría, en 1983, las definiciones aceptadas hasta entonces, que resumían a la inteligencia como la capacidad de resolver problemas y que la medían con la misma vara en todas las personas, quedaron en cuestión. Pero Gardner no paró allí. Fue más allá de lo cognitivo, lo neurocientífico y lo psicológico. Le preocupaban cuestiones éticas y morales ligadas al tema de la inteligencia.

“Me preguntaba por qué personas consideradas exitosas y geniales en la política, las finanzas, la ciencia, la medicina u otros campos hacían cosas malas para todos y, a menudo, ni siquiera buenas para ellas mismas”, le contó al periodista Lluis Amiguet, del diario catalán La Vanguardia, en una entrevista que dio la vuelta al mundo. Y tras un estudio con 1200 personas efectuado en Harvard (el Grodwork Project) llegó a una conclusión significativa. “Las malas personas no puedan ser profesionales excelentes. No llegan a serlo nunca. Tal vez tengan pericia técnica, pero no son excelentes”, afirma desde entonces.

Los buenos profesionales piensan más allá de ellos, ponen su conocimiento y su inteligencia al servicio de otros, de la comunidad. “No alcanzas la excelencia si no vas más allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia”, indica Gardner. Quienes no estudian o no se interesan por temas humanísticos como filosofía, literatura, arte, historia del pensamiento pueden ser buenos técnicos, pero con una visión limitada de la vida y su sentido. “Hicimos un experimento con ingenieros del MIT (el mítico Instituto Tecnológico de Massachussets), cuenta Gardner, y descubrimos que quienes no habían estudiado humanidades, cuando llegaban a los 40 y 50 años eran más propensos a sufrir crisis y depresiones”. Es que, como decía Viktor Frankl, el médico y pensador vienés padre de la logoterapia y autor de El hombre en busca de sentido, la vida no deja de hacer preguntas y espera de cada persona su respuesta. En estas consideraciones de Gardner queda en claro qué ciudadanos necesita el mundo en el siglo XXI. Gente con inteligencia moral.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/por-que-los-malos-no-son-inteligentes-nid07122025/

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