Se vende el departamento de Recoleta donde Harvey Keitel filmó “La carta”
En 2024, Harvey Keitel, uno de los más prestigiosos actores de Hollywood vino a la Argentina para filmar una película bajo la dirección de Rodrigo Vila. Se trata de The letter (La carta), ...
En 2024, Harvey Keitel, uno de los más prestigiosos actores de Hollywood vino a la Argentina para filmar una película bajo la dirección de Rodrigo Vila. Se trata de The letter (La carta), un drama de 90 minutos que cuenta la historia de un veterano de guerra, que quiere escribirle una carta de despedida a su hija y para ello decide contratar a una escritora, Julia (Britt Robertson), que acepta el trabajo porque necesita plata. Este es el comienzo de una relación de dos personajes desesperados -por diferentes situaciones- que al irse conociendo irán convirtiéndose en amigos y, a la vez, verán sus vidas transformadas.
Vila cuenta que el papel fue especialmente escrito para Keitel y que él inmediatamente aceptó la propuesta de trasladarse a Buenos Aires para el rodaje que se extendió a lo largo de cinco semanas.
Desde 2019, Keitel y Vila comenzaron una relación que se mantuvo hasta ahora. El actor había quedado muy conforme con el trabajo del director argentino en el filme de ciencia ficción El último hombre, y le insistía para volver a filmar juntos. Así fue como Vila junto al guionista Sebastián Meschengieser escribieron una historia pensando en el actor y se la enviaron. Y a Keitel la propuesta le interesó tanto que el proyecto se concretó.
Alquileres: estos son los impuestos que deben pagar los propietarios
El dato de color es que una de las propiedades que se utilizó como locación en la que se filmaron escenas de la película, está en venta. Pero lo más sorprendente es que la historia sucede en los Estados Unidos y el departamento sería en Brooklyn aunque está en Buenos Aires.
La venta está a cargo de Martin Pinus, director de la inmobiliaria homónima, quien dice que “nos gusta tomar propiedades que fueron remodeladas con carácter, y este es un buen ejemplo. Se integró la cocina para lograr un espacio social amplio, poniendo en valor materiales originales, e incorporando otros que respetan la arquitectura de época y su calidad constructiva”. La propiedad tiene 90 metros cuadrados, distribuidos en tres ambientes, con luz natural en cada rincón, que resalta aún más los techos altos y las molduras de esta propiedad aggiornada, de principios del siglo XX.
El departamento está en Sánchez de Bustamante y la avenida Córdoba y es parte de un edificio histórico de solo tres pisos construido en 1923, donde originalmente todos los que vivían pertenecían a la misma familia. La arquitecta Ekaterina Künzel compró la propiedad para reformarla y su intención fue armonizar el estilo contemporáneo con la historia. En concreto, generó ambientes luminosos y amplios.
Durante el proceso, Künzel relató a LA NACION que contó con la colaboración de uno de sus vecinos, nieto del propietario original, quien la ayudó al momento de definir las reformas. También contó detalles y secretos de la propiedad que ya es un emblema en la Ciudad.
-¿Cómo eligieron la propiedad como locación?
-La productora necesitaba una locación estilo loft para la película. Mi casa simula ser el departamento donde vive la protagonista (Britt Robertson). La historia transcurre en EE.UU. y en la trama, se ubica en Brooklyn.
-¿Cuántos días llevó la filmación?
-El rodaje en esta locación fue de seis días distribuidos en el transcurso de dos semanas, entre armado y desarmado de equipos.
-¿Quién seleccionó la propiedad para ser locación del film?
-Fue una historia graciosa porque llegó de una manera inesperada. Mi analista, que es conocido de la productora ejecutiva de la película, Dalila Zaritzky, conocía las características de mi departamento porque yo le había compartido imágenes durante el proceso de remodelación. Se enteró de que buscaban una locación de estas características y me puso en contacto con la productora Cinema 7 Films.
La verdad es que no tenía en mis planes alquilar mi casa como locación, fue algo realmente inesperado. Sin embargo, luego de charlar con Dalila y conocer al equipo liderado por Claudio Sambi (director de producción) y Nico Calvar (jefe de locaciones) quedé fascinada con el detrás de escena del mundo del cine y con el funcionamiento y profesionalismo de este equipo en particular. Sinceramente me sentí con muchas ganas de formar parte de este proyecto, de conocer el trabajo más de cerca, aunque resultara complejo de llevar a cabo.
Este departamento, como me explicó el equipo técnico, enamoró al director Rodrigo H. Vila pero requería de una logística muy particular. Todo el espacio común de la casa iba a ser set de filmación, pero no quedaba lugar para armar la sala de monitores y para alojar a todo el equipo técnico que se requiere en un rodaje.
Así que les comente de esta situación a los pocos vecinos que hay en el edificio. Todos forman parte de la misma familia y mantenemos un diálogo amistoso y fluido. Ellos también se entusiasmaron con el proyecto porque este edificio fue construido por su tío abuelo, Gino Marchesotti, y es un legado familiar del que están orgullosos. De alguna manera sienten que es como inmortalizar esta arquitectura en el cine.
-¿Cómo fue el rodaje?
-Tuvimos varias reuniones con los vecinos y el equipo de la peli. Finalmente se acordó armar la sala de monitores -que es donde está el director viendo en pantalla las escenas que se están rodando- en el departamento que está contiguo al mío, así podía ir y venir fácilmente desde el set. También se montó otro espacio para el resto del equipo, un piso más arriba. Había cerca de 50 personas en el edificio, un tráiler en la puerta, jornadas de filmación que terminaban a altas horas de la noche y así y todo la convivencia en esos días fue hermosa.
El equipo a cargo de Cinema 7 Films es excelente, la comunicación era fluida, se cuido muchisimo todo el departamento y todas las situaciones se manejan con un alto grado de sincronía y profesionalismo. Cuando me decían que iba a haber 50 personas entrando y saliendo del edificio yo me imaginaba un calvario, pero fue todo lo contrario. Las veces que atravesaba las áreas comunes reinaba un silencio y una discreción que me hacían preguntarme: “¿Dónde está toda esta gente?”.