Silencios que duelen: el costo real de lo que no hablamos en el trabajo
En el tejido laboral argentino, hay temas urgentes que permanecen en sombras. Asuntos fundamentales para el bienestar de los empleados que rara vez se nombran: desde el desgaste emocional hasta fas...
En el tejido laboral argentino, hay temas urgentes que permanecen en sombras. Asuntos fundamentales para el bienestar de los empleados que rara vez se nombran: desde el desgaste emocional hasta fases de vida invisibles, pasando por la ansiedad financiera. En un país donde el 91% de las personas ocupadas afirma sentir burnout (agotamiento crónico) y donde más de la mitad reporta haber recibido un diagnóstico de salud mental a lo largo de su vida laboral, el silencio ya no es una opción.
Algunos datos que hablan, aunque no siempre los escuchamos:
Según el estudio Burnout 2024 de Bumeran, el 91% de los trabajadores argentinos afirma estar “quemado/a”, una leve baja respecto del 94% de 2023, pero aún en niveles extraordinarios.En otra encuesta reciente sobre salud mental laboral, el 51% de los trabajadores declara haber tenido un diagnóstico relacionado con salud mental. Los trastornos más mencionados: ansiedad generalizada (37%), ansiedad social (16%), depresión mayor (11%) y trastorno por estrés postraumático (7%).La menopausia también aparece como un área poco explorada: más del 50% de personas próximas a la menopausia en Buenos Aires y provincia de Buenos Aires no habló sobre este proceso con profesionales de la salud.Lo que suele quedar sin decir y por qué dueleEstos silencios tienen consecuencias reales:
Personas que no piden ayuda o adaptaciones por miedo al juicio o a que se perciba menos capacidad. La honestidad y el pedir ayuda en ciertas culturas es sinónimo de debilidad.Líderes que desconocen el impacto que estos factores tienen sobre el rendimiento, la motivación y la retención. Es tal el foco puesto en el rendimiento, en un país donde el 50% de las conversaciones rondan en el problema de alcanzar los objetivos, que el poder tener una mirada más empática, no entra en la órbita de ciertos líderes. Costos ocultos: ausentismo, desmotivación, errores, agotamiento extremo, potencial legal o reputacional si no se gestionan bien.El motivo del silencio puede variar: desde cultura organizacional rígida, falta de canales seguros para comunicar, hasta desconocimiento de cómo intervenir sin invadir la privacidad. El desconocimiento es un factor tan grande que algunas organizaciones no se toman el tiempo para desterrar la ignorancia en ciertos temas.
Acciones que podemos empezar hoy:
Encuestas internas con enfoque local, anónimas cuando sea necesario, para identificar qué temas no se hablan en esa empresa. No son encuestas para medir el nivel de satisfacción o cultural, es para poder traer sobre la mesa los temas que, en un contexto local de país, tenemos que animarnos a levantar y trabajar. Espacios seguros de conversación: foros internos, grupos de apoyo, referentes confiables. Comenzar a ser creativos con espacios de conversación más fluidas, que el mismo proceso de la pandemia dejó de lado.Políticas concretas que atiendan salud mental, etapas de vida como menopausia, cargas emocionales/familiares invisibles, riesgos de burnout.Capacitar a líderes en escuchar sin juzgar, en reconocer señales de cansancio, agotamiento o estrés, abrir puertas para apoyo. Generar espacios que, más que enfocarse en el entrenamiento, promuevan la reflexión personal. Cada vez más personas se preguntan cómo seguir adelante en su vida individual. Pero el verdadero desafío aparece al intentar continuar en un contexto social donde, muchas veces, no sabemos qué está atravesando nuestro equipo de trabajo.Transparencia sobre lo que se hará mostrar data sin miedo y acciones que demuestren honestidad y escucha en lo recibido. El individuo siente que abrió su intimidad para generar un cambio positivo.Cuando lo que no se dice se convierte en norma, dejamos de ser organizaciones: nos volvemos ambientes donde el talento se desgasta en silencio. En la Argentina, donde los niveles de desgaste emocional laboral ya son altísimos, el coraje de hablar tiene valor estratégico. Costará menos reconocer que lo doloroso duele, que lo invisible pesa, que lo no dicho influye, que lo tabú resta. Y ese coraje puede transformar culturas, recuperar salud, retener talento y fortalecer el sentido de pertenencia. Vivimos pensando en qué pasará mañana. ¿Podremos ayudarnos a pensar que mañana me puedo sentir un poco mejor?