Un ballet “de bandera” que lleva al público en un viaje de 90 minutos por toda la geografía
Gala de apertura de la temporada 2025 del Ballet Folklórico Nacional. Dirección: Glenda Casaretto y Fernando Muñoz. Diseño de vestuario y realización: María Ontivero. Música: Federico Sicili...
Gala de apertura de la temporada 2025 del Ballet Folklórico Nacional. Dirección: Glenda Casaretto y Fernando Muñoz. Diseño de vestuario y realización: María Ontivero. Música: Federico Siciliano, Raúl Carnota, Tránsito Cocomarola y otros. En el Teatro Nacional Cervantes. Funciones hasta el domingo 16 de marzo. Entrada gratuita.
Nuestra opinión: Excelente
El Ballet Folklórico Nacional, con la dirección de Glenda Casaretto y Fernando Muñoz, abre su temporada invitando a un recorrido por todos los puntos cardinales y musicales. Huellas y triunfos pampeanos. Tonadas y cuecas cuyanas. Milonga y malambo sureños. Chamamé, rasguido doble y refalosas. La lista es interminable, pero el espectáculo no. En 90 minutos, la compañía fundada por Santiago Ayala y Norma Viola transita con sus cuerpos todas las geografías. Y el público agradece el viaje, con aplausos espontáneos, palmas a tiempo y uno que otro sapukay.
El elenco estable dependiente del Ministerio de Cultura de Nación demuestra lo que significa tener un ballet “de bandera”, que conoce a la perfección todas las danzas. En este espectáculo regresan grandes clásicos del repertorio, como el Pericón Nacional, coreografiado más de cinco décadas atrás por el Chúcaro. Y también lo hacen los estrenos de Estampas del Litoral y Espulgasueños.
En centro de la gala hay una nueva obra, Nuestras Mujeres, una versión del disco conceptual de Ariel Ramírez y Félix Luna Mujeres Argentinas, creada especialmente para el Ballet Folklórico por Federico Siciliano, con la voz de la catamarqueña Nadia Larcher. Con coreografía original de Glenda Casaretto y armónico vestuario de María Ontivero, las mujeres de la compañía pasan al frente para encarnar personajes históricos o ficcionales. Y para plantarse descalzas o sobre tacos, en rondas sororas y coreografías de lucha independentista.
La huella coreográfica de Casaretto se ve en las alturas exploradas con dramatismo a veces, con alegría genuina muchas otras. Y se regresa al suelo bajando bien, blanda y silenciosamente como lo aprendió en tantos años como intérprete de Castadiva, la compañía de danza contemporánea independiente de Mónica Fracchia. Casaretto creó una pieza donde se cruza lo mejor del folclore estilizado, con la técnica de danza moderna de Martha Graham y Alvin Ailey en las que se había formado Norma Viola. Así demuestra que se puede abrevar en el árbol genealógico sin perder la actualidad en una mirada queer sobre el malambo, ya que no importa el género de quien lo baile y cualquiera se puede apropiar de su energía para pasar al frente.
En Nuestras mujeres, también se destacan las vertientes afro del Río de la Plata, en la esclava que espía los sucesos de Mayo, encarnada por Cándida Mazzacotte. Y la ternura en la zamba para Rosario Vera Peñaloza, en la pareja de Sabrina Castaño y Federico Santucho. O se corta la respiración cuando Alfonsina Storni, interpretada bellamente por Jimena Visetti, bucea las olas de la poesía y la desesperación.
El diseño de vestuario de María Ontivero crea un abanico de uniformes militares, miriñaques coloniales y ropa de trabajo agrícola o escolar. Dentro de una simpleza minimalista en los vestidos hay una confección impecable que muestra su sabiduría aplicada al corte de cada tela, para permitir el vuelo y el movimiento.
La gala continúa con la reposición de La Huella, obra de Jorge Caballero del 2009, en versión de Mariano Luraschi, donde la voz de Raúl Carnota lleva de la mano a Agustina Vigil y Rodrigo Colomba hacia el fraseo de los cuerpos.