Lo último

Un tren embistió el auto en el que viajaba pero sobrevivió y una mujer cambió su destino: “Ella me había visualizado en ese lugar”

“El 8 de junio del año 2000 era una tarde-noche fría y oscura. Íbamos en el auto con mi papá, con mi tía y con una de mis primas. Estábamos a punto de cruzar un paso a nivel y había muchos...

“El 8 de junio del año 2000 era una tarde-noche fría y oscura. Íbamos en el auto con mi papá, con mi tía y con una de mis primas. Estábamos a punto de cruzar un paso a nivel y había muchos autos. Cuando estábamos cruzando, la caravana se detuvo. En ese momento empezaron a bajar las barreras y nosotros nos habíamos quedado en el medio. No podíamos ni avanzar, ni retroceder. Al querer bajar del auto, observé que el tren estaba cada vez más cerca, fue todo muy rápido, yo me quedé paralizada del miedo porque veía que tenía muy cerca al tren que hacía luces y tocaba la bocina. Por esa razón tardé un poco más en salir y cuando estaba bajando del auto, sentí el impacto. Mi tía falleció en el accidente, mi papá y mi prima salieron ilesos, yo tuve una lesión medular y por esa razón soy usuaria de silla de ruedas”.

Así recuerda Aixa Di Salvo (35) aquel accidente cuando apenas tenía 12 años. En ese momento una ambulancia la trasladó al Hospital Interzonal General de Agudos Eva Perón (que entonces se llamaba Castex) de San Martín donde le realizaron diversos estudios que arrojaron que, además de la lesión en la médula, tenía fractura de cráneo y de pelvis.

Natalia Lobo. De la exposición de los 90 a un cambio de vida radical: “Pasé por distintos mundos y salí intacta”

“Lo que más me importaba era salir de la cama”

Al día siguiente la trasladaron al Hospital Garrahan donde, desde el primer momento, estuvo muy contenida por su mamá (Liliana), su papá (José), por otros familiares y por sus compañeros de colegio que se hacían un tiempo para ir a visitarla.

“Durante los primeros días no había tomado noción de que había perdido parte de la movilidad de mi cuerpo. Cuando empecé a estabilizarme, los médicos me dijeron que por la lesión iba a tener que usar silla de ruedas. En ese momento lo que más me importaba era salir de la cama para poder ir a jugar con mis amigas, volver al colegio y conectarme con mi vida cotidiana”, recuerda Aixa, a la distancia.

La primera vez que se miró al espejo

En el Garrahan Aixa permaneció internada unos 40 días en los que sus padres no se movieron ni un segundo de su lado. Luego, la trasladaron a un centro de rehabilitación. “Terminé de caer cuando me senté en la silla de ruedas y me miré por primera vez al espejo. Ver mi imagen reflejada fue como una voz interna que me decía que estaba comenzando a transitar una nueva vida”.

Mientras permaneció internada contó con la presencia de dos maestras que le iban a dar clases de matemática, Lengua y Ciencias Sociales para que no perdiera el año escolar y de esa forma pudo rendir y pasar de año.

“La silla de ruedas en esta nueva vida pasaba a ser mi mejor amiga”

“Al año siguiente pude reincorporarme al colegio junto a mis compañeros. Al principio, me daba un poco de timidez y de vergüenza estar en una silla de ruedas. No me gustaba estar en espacios con mucha gente que me vieran en esas circunstancias, era como un autoprejuicio que tenía sobre estar en esta situación. Fue cuestión de atravesarlo y de darme cuenta de que la silla de ruedas en esta nueva vida pasaba a ser mi mejor amiga, mi cómplice en todo, es la que me acompaña y me posibilita llegar hasta donde quiero ir”.

Aixa sentía que sus compañeros le brindaban una buena energía, le decían que todo iba a estar bien y la acompañaban en ese momento doloroso de su vida. “Mis padres siempre estuvieron firmes conmigo, en esos primeros momentos del accidente me decían que pese a estar en una silla de ruedas yo tenía la capacidad de perseguir y hacer realizar mis sueños”.

“Te trajimos a este mundo para que seas feliz”

Cuando terminó la secundaria empezó a estudiar para contadora. Estuvo “siete largos años” pensando en que iba a estar trabajando en una oficina, tranquila, sentada frente a una computadora llevando papeles y números. Sin embargo, internamente sabía que esa carrera no la iba a hacer feliz. En un momento comenzó a sentir ataques de pánico, evidentemente el cuerpo le estaba diciendo que ese no era el camino. Sentía una gran angustia.

-Te trajimos a este mundo para que seas feliz — le dijeron sus padres en una charla en medio de todo ese proceso. —¿Para qué vas a estar sufriendo por una carrera si podés elegir otra que te haga bien?

-La verdad es que yo siempre supe lo que me haría feliz, pero en este momento no me lo imagino desde la silla de ruedas — les contestó Aixa.

Desde que era una nena le gustaba mucho colocarse frente al espejo, poner música, armar coreografías, bailar, cantar y actuar. “En ese momento pensaba que iba a ser muy difícil poder cumplir ese deseo, pero cuando alguien tiene un sueño que es muy grande el universo conspira para que las cosas sucedan y sentía que me guiaban hacia ese lugar”, se emociona.

¿Cómo fue que empezó a bailar?

Por aquellos días, ya tenía 25 años, había empezado a buscar por Internet si existían lugares que enseñaran a bailar a personas en sillas de ruedas. Estando en el centro de rehabilitación, los kinesiólogos y los médicos le hablaron de Majo, una paciente que también tenía una lesión medular y formaba parte de un proyecto de Danza Integradora que se dictaba en la Universidad Nacional de Las Artes. Nunca coincidían en los horarios hasta que una tarde se encontraron.

- Hola! ¿Cómo estás? - le preguntó Majo.

- Hola Majo, ya me habían hablado de vos y tenía ganas de conocerte - le contestó Aixa.

- Te invito a este lugar donde hacemos Danza Integradora - le propuso, mientras le mostraba unos folletos.

En el folleto que Majo le había dado figuraban los datos de “Grupo Alma, Compañía de Danza Integradora”, primera en esta modalidad de la danza inclusiva en el país que incluye a bailarines que portan silla de ruedas en sus espectáculos, desde un aprendizaje conjunto, con bailarines convencionales, un desafío a los límites y a la concepción del propio cuerpo, la inclusión y la diversidad.

“Me decía que ya me había visualizado en ese lugar, me había visto como artista”

Mientras Aixa iba leyendo esas líneas se imaginaba que en algún momento podía ser parte de la compañía.

Un sábado de marzo del 2013, cuando llegó al lugar percibió un aula maravillosa llena de bailarines y de profesores de danzas. “Me encontré con un montón de gente con la que estábamos en la misma sintonía, para mí fue magia absoluta, me llené de alegría y de emoción al saber que iba a poder bailar, que se podía. Me sentí libre y mi silla de ruedas iba a ser mi gran ayuda para cumplir mi sueño”, recuerda, visiblemente emocionada.

No pasaron muchas clases hasta que Susana González Gonz, directora de la compañía, le propuso que se preparara durante todo el 2013 para poder bailar arriba del escenario en 2014. “Me decía que ya me había visualizado en ese lugar, me había visto como artista”.

“Él bailaba tango y rápidamente pegamos muy buen onda para bailar juntos”

Durante todo ese año Aixa afrontó un entrenamiento más intensivo, en la que aprendió coreografías lo que terminó siendo una apertura para que se animara a tomar clases de teatro y de canto para formarse y poder entregar lo mejor de ella en una forma más profesional y artística.

En 2014 en un encuentro rioplatense conoció a Matías Ramírez, quien se iba a transformar en su pareja de baile. “Él bailaba tango y rápidamente pegamos muy buen onda para bailar juntos, impulsados por la directora de la compañía. Aprendí y aprendo mucho de él, es algo recíproco”.

La primera presentación fue en el Centro Cultural Carlos Gardel. Aixa sentía como un cosquilleo en la panza, no lo podía creer. Sin embargo, lo vivió con mucha alegría y pasión.

Rusia 2015

En noviembre de 2015 a Aixa y a Matías los invitaron a participar de un festival internacional en Moscú (Rusia) al cumplirse 130 años de intercambio cultural entre ambos países. “Fuimos con Mati y con la directora, era mi primer viaje fuera del país y sin mis padres. Fue una experiencia nueva, fue como darme cuenta de que si podía con ese desafío, iba a poder mucho más en relación a la autonomía y a la independencia. Me sentí súper feliz bailando tango con todo lo que eso representa y verlo reflejado en los gestos y en las emociones de los espectadores. Fue una experiencia maravillosa, la gente nos felicitaba, nos decían que estaban enamorados de nosotros y que siempre teníamos abiertas las puertas para volver”.

Luego de ese viaje se fueron a San Pablo (Brasil) en grupo para presentar la obra Quién es quién, en lo que fue la primera vez que se anunciaba una obra inclusiva dentro del marco de un festival que no era inclusivo. “Quedamos seleccionados entre muchísimas obras, fue genial ese intercambio, se hizo un laboratorio de movimientos donde todos los bailarines que no tenían una discapacidad valoraron mucho todo lo que hacíamos, fue muy interesante cómo ellos se prendían en nuestra búsqueda artística. Después, nos pidieron a una compañera y a mí si podíamos hacer unas secuencias en el piso porque podemos bailar tanto sobre nuestras sillas de ruedas, como también salir y hacerlo en otro espacio como puede ser arriba de un banquito o en el piso”, explica Aixa.

En el 2016 viajaron a Chile para la primera edición de un festival inclusivo (presentaron una coreografía de folclore), también estuvieron en Alemania y en algunas provincia de la Argentina.

La silla de ruedas, una aliada para cumplir sueños

“Yo me siento feliz de poder estar haciendo lo que soñé y también me gusta saber que desde este lugar donde me muestro tal cual soy cumpliendo mis sueños, al mismo tiempo puedo despertar a otros y eso para mí es muy importante y es una de las razones por las que la danza es mi motor para poder transformarme Y, al mismo tiempo, transformar y despertar a otros. Es muy lindo cuando alguien se acerca y me dice que me vio bailar, que antes pensó que no iban a poder hacerlo, pero que finalmente se dieron cuenta de que sí podían”, se enorgullece Aixa que comparte todos estos momentos en su cuenta de Instagram.

“Al principio, sentía que la silla de ruedas era como algo ajeno a mí y con el tiempo, especialmente cuando empecé con el tema de la danza, fui aceptando que hoy es parte de mí y que es un gran elemento que me lleva a poder hacer todo lo que quiero hacer. Me encantaría formarme para poder dar clases, hice seminarios y de todo lo que fui aprendiendo quiero poder expresarlo y compartirlo con otros”, se ilusiona.

“Le deseo que sea feliz y amada”

En plena pandemia Aixa continuó con las actividades de Danza Integradora, asistiendo a su maestra Susana González Gonz en los talleres y seminarios de la Universidad Nacional de las Artes, en modalidad virtual.

En 2021 fue invitada junto a su compañero Matías Ramírez por el bandoneonista Walter Ríos a ser parte de su espectáculo El Tango y La Danza, en el marco del Festival y Mundial de Tango. En septiembre de 2022 participó del Mundial de Tango, categoría Tango Escenario, en La Usina del Arte.

“Aixa tuvo la valentía de ir por sus sueños. Desde pequeña, su papá y yo le hablábamos de la importancia de ser felices, de hacer lo que le guste, le dimos la seguridad que cuál fuera su deseo, la acompañaríamos. “Verla hoy formándose y trabajando en diversos proyectos nos convierte en sus fans número uno. Bailar le dio esa libertad de expresarse y ser ella misma en esta construcción. Es muy exigente con ella misma y no quiere ser ejemplo de nadie, en todo caso hace una invitación a encontrar en la danza esa libertad. Le deseo que sea feliz y amada. Es nuestro mayor sueño y vemos que día a día va construyendo ese camino”, se emociona Liliana, su mamá.

“La danza llegó a mi vida para abrazarme e invitarme a rodar con más intensidad y alegría. Vivo experiencias hermosas a través de ella, me permite conocer personas y lugares maravillosos, generar encuentros, amistades, a bailar los límites y animarme a cruzarlos. De niña me soñé bailarina, pero todo lo que vino a través de la danza llegó para sorprenderme cada día de mi vida y es sin dudas y total convicción el lugar donde elijo estar”, cierra Aixa.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/un-tren-embistio-el-auto-en-el-que-viajaba-pero-sobrevivio-y-una-mujer-cambio-su-destino-ella-me-nid20012023/

Comentarios
Volver arriba