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Cómo 50 segundos: El caso Fernando Báez Sosa busca dimensionar una tragedia evitable, feroz y sin medida

50 segundos: El caso Fernando Báez Sosa (Argentina/2025). Dirección: Martín Rocca. Guion: Tatiana Mereñuk, Mariel Bobillo, Julián Troksberg. Producción: Alejandra Sarmiento, Pablo Larraín, J...

Cómo 50 segundos: El caso Fernando Báez Sosa busca dimensionar una tragedia evitable, feroz y sin medida

50 segundos: El caso Fernando Báez Sosa (Argentina/2025). Dirección: Martín Rocca. Guion: Tatiana Mereñuk, Mariel Bobillo, Julián Troksberg. Producción: Alejandra Sarmiento, Pablo Larraín, J...

50 segundos: El caso Fernando Báez Sosa (Argentina/2025). Dirección: Martín Rocca. Guion: Tatiana Mereñuk, Mariel Bobillo, Julián Troksberg. Producción: Alejandra Sarmiento, Pablo Larraín, Juan De Dios Larraín, Ángela Poblete. Fotografía: Nicolás Trovato. Edición: Anabela Lattanzio, Josefina Llovet. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.

Fernando Báez Sosa fue asesinado en la madrugada del 18 de enero de 2020 a la salida de la discoteca Le Brique en Villa Gesell. Para las 11 de la mañana la noticia ya estaba circulando en redes sociales. Videos captados en el interior del boliche, imágenes de la golpiza registradas por un turista, voces en off que deslizaban un horror todavía incomprensible. Los acusados fueron diez jóvenes de Zárate, la mayoría jugadores de rugby, detenidos en esas horas. En el juicio celebrado en enero del 2023, dos de ellos fueron sobreseídos, cinco condenados a prisión perpetua -Máximo Thomsen, Matías Benicelli, Enzo Comelli, Ciro y Luciano Pertossi- y tres -Blas Cinalli, Lucas Pertossi y Ayrton Viollaz- a quince años de reclusión. Esos fueron los hechos.

“Fue el primer crimen nacional captado por usuarios”, explica Facundo Pedrini, director de noticias de Crónica TV y uno de los entrevistados en el nuevo documental 50 segundos: El caso Fernando Báez Sosa. “Fue un crimen que duró 50 segundos, pero fue un asesinato loopeado. Después de esos 50 segundos, el video volvía a comenzar, y volvía a comenzar. Entonces Fernando nunca terminaba de morir”. Esa es quizás la mejor idea que propone el nuevo trabajo del equipo de Nisman: El fiscal, la presidenta y el espía para Netflix, dirigido por Martín Rocca y producido por Alejandra Sarmiento y los hermanos Pablo y Juan de Dios Larraín: buscar una nueva mirada sobre un caso que ya estuvo presente desde sus inicios en el ojo público, que fue visto y consumido como un reality show, que inmediatamente se ató a la lógica de sobreexposición de los medios, y a los arquetipos tradicionales de la ficción, una víctima y sus verdugos.

La cronología de los tres episodios que forman la miniserie es circular, comienza en Le Brique el día del crimen, y vuelve una y otra vez a ese punto de partida, desde distintos puntos de vista, a partir de diversas voces, para tratar de entender lo que pasó. El primer episodio comienza la llegada de Fernando y sus amigos a Villa Gesell el 16 de enero, la rutina del día siguiente y la previa en la playa antes de la noche fatídica, los recuerdos de la disco y el horror en la vereda. Los testimonios que recuerdan aquello son los de sus amigos, todos testigos en el juicio posterior, y se combinan con la memoria de quién era Fernando, las imágenes del colegio, la pintura de su personalidad, sus orígenes y su familia.

Lógicamente una pieza clave de la historia es Graciela Sosa, madre de Fernando, cuya presencia fue clave para motorizar las marchas en pedido de justicia, quien invocó en sus primeras declaraciones públicas al mediático Fernando Burlando, convertido luego en el abogado de la querella, y cuyo testimonio desgarrador concentra la principal identificación para el espectador. La recuperación de la figura de Fernando más allá de su condición de víctima, el rastreo de su pasado solidario, sus estudios en el colegio María Bianchi de Copello, donde obtuvo una beca, y los videos y fotografías que lo hacen presente, permiten dimensionar una tragedia evitable, un hecho absurdo que terminó con su vida en menos de un minuto.

El segundo episodio consigue un equilibrio posible entre la investigación de la fiscalía y la asunción de Burlando como el protagonista estrella de la querella, con sus declaraciones públicas, las filtraciones periódicas de material a la prensa, sumada a la multitudinaria marcha del 18 de febrero de 2020, en las vísperas de la pandemia, que decía mucho de una sociedad en crisis con el sistema judicial. La posibilidad de conseguir ese eco social sin demasiados subrayados da cuenta de la astucia del montaje del material de archivo y de los testimonios, sin tener demasiadas piezas reveladoras o ser demasiado originales en la forma. Este tipo de docudramas no pueden evitar seguir los pasos habituales de su construcción, combinar entrevistas con archivo, alguna fotografía y esporádicas recreaciones que completan los huecos faltantes. Su mérito a menudo se descubre en cómo repensar los lazos entre eso que ya vimos hasta el hartazgo.

Y aquí se suma, ya desde ese segundo episodio, la presencia de los acusados, inicialmente como siluetas en los videos viralizados, luego como figuras distantes en su tránsito por los tribunales de Dolores, y finalmente como entrevistados en el episodio final. Son voces que no habían estado en los medios, personajes sin individuación más allá del genérico “rugbiers” con el que fueron identificados, signados como hijos del poder, definidos como violentos por algunos coterráneos de Zárate, señalados como artífices de un pacto de silencio. La miniserie intenta iluminar esa zona opaca, siempre incómoda para el discurso público, operación compleja en tanto la recepción del caso y la construcción de su participación respondió a un único vocablo propagado: asesinos.

Es difícil tomar distancia frente a un hecho tan doloroso y cercano, tan explotado por los medios, utilizado por distintos actores del caso con cierto oportunismo, que despertó en la sociedad una herida vinculada con el sentido de la justicia que no parece cerrarse. Y si bien 50 segundos: El caso Fernando Báez Sosa no escapa a las formas convencionales de este tipo de docuficciones y a la utilización de la emoción como enganche para el espectador, consigue trascender esa inmediatez en el análisis del porqué pasó lo que pasó, dimensionar sus consecuencias devastadoras, desenterrar la raíz de una violencia que se vive como un juego, un desafío, un correlato de la diversión, y termina en una tragedia sin medida.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/series-de-tv/como-50-segundos-el-caso-fernando-baez-sosa-busca-dimensionar-una-tragedia-evitable-feroz-y-sin-nid14112025/

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