¿“Día de la liberación” o “día de la destrucción”?: Trump abre una nueva era global plagada de incógnitas
El presidente norteamericano, Donald Trump, acaba de comenzar a cambiar casi 80 años de historia comercial y económica con ocho láminas de Power Point. O más bien empezó a transformar la histo...
El presidente norteamericano, Donald Trump, acaba de comenzar a cambiar casi 80 años de historia comercial y económica con ocho láminas de Power Point. O más bien empezó a transformar la historia a secas, sin adjetivos, y con ella el orden global como lo conocemos.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia y otras naciones victoriosas acordaron reorganizar el planeta bajo varios supuestos. Las alianzas comerciales y económicas como garantía de paz entre naciones que antes habían sido enemigas fue uno de ellos.
La fe en el libre comercio fue más que un objetivo económico; fue una apuesta por la seguridad y el desarrollo que, en las décadas que siguieron, alumbró la globalización y la Unión Europea (UE), entre otros.
Con su arancel básico universal del 10% y con sus “tarifas de descuento” de hasta casi 50% a varias naciones, Trump dio por terminado ese sistema. ¿Por qué? Porque Estados Unidos, precisamente el país que eligió ser el custodio de la estructura de paz diseñada para evitar otra guerra global, fue “saqueado por amigos y enemigos” a lo largo de estas décadas, dijo un Trump que cree que su misión es cerrar su país para restablecer su poderío industrial (y con él, el potencial electoral para los republicanos).
Los aranceles que moldean el comercio global sí muestran un Estados Unidos más abierto que la mayoría de sus socios estratégicos. Al igual que Brasil, la Argentina, por ejemplo, aplica a las importaciones norteamericanas un promedio de arancel del 6,11%. Al revés, antes de las medidas proteccionistas de Trump, Estados Unidos imponía a las compras argentinas una tarifa promedio de 1,6% y a las brasileñas, de 1,32%, de acuerdo con estadísticas de la base de datos comerciales del Banco Mundial, una falta de reciprocidad que se repite a lo largo de todos los continentes.
Con su mezcla de omisiones, falsedades y exageraciones, Trump ignoró, al hablar de “saqueo”, dos pilares de la primacía norteamericana durante el siglo XX. Por un lado, con socios enriquecidos a través del comercio, Estados Unidos aseguraba sus intereses estratégicos en cada región del mundo.
Por otro, el crecimiento de los amigos es el crecimiento propio. Estados Unidos encabeza, desde hace más de un siglo y por lejos, el podio de la mayor economía global. Y nunca en la historia los hogares norteamericanos fueron tan ricos como hoy; su fortuna alcanza, según la Junta de Gobernadores de La Reserva Federal, unos 200 billones de dólares, cuatro veces más que hace tres décadas y casi dos veces el tamaño del PBI del mundo hoy.
El Trump ultraproteccionista ahora obliga a otras naciones a repensar su relación integral con Estados Unidos y sus alianzas tradicionales para confrontar con una potencia que perdió su manto de confiabilidad. A estas horas, Japón y Corea del Sur, aliados fundamentales de Washington en Asia, evalúan unirse con China -el mayor adversario de Estados Unidos- para responder de forma conjunta a los aranceles.
Canadá, vecino, socio comercial y mayor aliado de la historia estadounidense, analiza sumarse a una UE ya dispuesta a renegar de su relación fundamental e histórica con Estados Unidos.
Para Trump, el 2 de abril es el “día de la liberación”. Muchos, dentro y fuera de Estados Unidos, se preguntan si, en cambio, no será acaso el “día de la destrucción” de la supremacía norteamericana. La respuesta a ese interrogante tardará en revelarse al mundo. Mientras tanto, hay incógnitas de respuestas más fáciles e inmediatas, pero no por eso menos inquietantes.
1. ¿Los aranceles son lo que se esperaba?La volatilidad de los últimos dos meses en los mercados globales habla no tanto del miedo al impacto de las tarifas de Trump en la economía global sino como de su incertidumbre ante las amenazas, anuncios y marchas atrás de la Casa Blanca.
El mundo no sabía qué esperar. Los aranceles son una combinación de una tarifa plana con un impuesto recíproco. El número básico universal no es el 20% que se vislumbraba, pero tiene un impacto similar si se incluyen los aranceles que recibieron los principales aliados comerciales de Estados Unidos.
Ahora el mundo ya es plenamente consciente, entonces, de que se enfrenta a un escenario que, como mínimo, representa un fuerte temblor para algunas naciones –aquellas que recibieron un 10% de arancel básico, como la Argentina- y un sismo pesadillesco para otras –China, Vietnam, la UE, que ahora pagarán aranceles de por lo menos 20% en el comercio con uno de sus mayores socios-.
Los mercados futuros y la reacción inmediata de las capitales del mundo son, en estas horas, un indicador de esos escenarios oscuros.
2. ¿Cómo sigue la batalla comercial?Los 166 miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC), todos ellos con algún vínculo con Estados Unidos, empiezan a delinear dos respuestas, no necesariamente excluyentes. Al ser recíprocas, las tarifas anunciadas por el presidente norteamericano pueden ser negociadas de manera bilateral.
El propio Trump se encargó de dejar abierta esa posibilidad hoy. Socios como México o Brasil, que no están dispuestos a resignar el volumen económico generado por el vínculo con Estados Unidos, apuestan por esa vía, aun cuando sea con reparos y críticas públicas. Eso, sin embargo, tomará tiempo. Todos los países querrán emprender un diálogo inmediato con el gobierno norteamericano, una ofensiva que augura un gran cuello de botella.
Menos pacientes con las veleidades de Trump y totalmente decepcionadas con su socio de siempre, Canadá y la UE prometieron responder con sus propios aranceles; esa estrategia se sumaría China. Cada espacio libre que deja Estados Unidos, cada socio que aliena Trump encontrarán en Pekín un aliado dispuesto.
Si ese plan de contraofensiva arancelaria es real y no solo una táctica para renegociar las medidas de Trump, el mundo se enfrenta a una guerra comercial que podría dañar la economía global, aún lastimada por la pandemia.
3. ¿Qué impacto directo tendrá sobre la economía de Estados Unidos y la del mundo?Desde hace unos meses, todos los organismos internacionales y las grandes consultoras revisan a la baja sus proyecciones de crecimiento global en anticipación de esta decisión de Trump. El comercio internacional representa alrededor del 60% del PBI global, algunos años más, algunos años menos.
La era del proteccionismo que comienza hoy es una de las mayores amenazas contra el comercio y, por lo tanto, contra la economía global en un siglo. El tiempo dirá si es la mayor, más peligrosa aún que la pandemia.
Lejos quedan ahora las tasas de crecimiento de la década pasada, cuando ni el coronavirus ni las guerras habían hundido aún al mundo en una recesión y una crisis de inflación.
El impacto sobre Estados Unidos también podría ser igualmente oscuro. Trump le pide a los norteamericanos que den un salto de fe y le crean cuando dice que sus medidas son incómodas en el corto plazo pero muy beneficiosas en el largo plazo. Les pide, en definitiva, que desoigan a economistas, banqueros, inversores, industriales que advierten que los aranceles le restarán a cada hogar un promedio anual de 3800 dólares, que el desempleo aumentará y la economía se enfriará.
Estados Unidos fue, en estos años de pospandemia, un sorprendente motor del crecimiento global; la estanflación que hoy anticipan los especialistas agobiará más a la economía del mundo. Y, quizá también, al propio Trump, que tanto busca a convencer a los norteamericanos de su inigualable habilidad económica.