En San Andrés de Giles, le dieron a una casa prefabricada un interiorismo regido por los cinco elementos del Feng Shui
La base venía dada: sería una casa prefabricada, con materiales y terminaciones estandarizadas, que se emplazaría en una comuna sustentable de San Andrés de Giles con terrenos vastos, una lagun...
La base venía dada: sería una casa prefabricada, con materiales y terminaciones estandarizadas, que se emplazaría en una comuna sustentable de San Andrés de Giles con terrenos vastos, una laguna artificial a la vista y sin tendido eléctrico, pero con alimentación solar. Cuando las convocaron para desarrollar el proyecto, las diseñadoras de interiores Inés Coviello y Maru Bardó –socias del estudio Cántaro Bardó– pensaron en cómo conectar esa vivienda con el entorno y, sobre todo, cómo lograr que tuviera personalidad propia.
La primera impresión era la de estar en una caja cerrada. Entonces, se impuso empezar por trabajar el vínculo con el exterior, con el concepto sustentable del barrio y con la naturaleza.
Inés Coviello y Maru Bardó, socias del estudio Cántaro Bardó, al frente del proyecto
Cinco elementosPara transformar los módulos estandarizados en una casa con personalidad propia, plantearon un interiorismo regido por los cinco elementos del Feng Shui. “No se trató de tomar el Feng Shui al pie de la letra, si no que nos enfocamos en encontrar una armonía general”, explican sobre la interpretación del fuego, tierra, agua, metal y madera y su implementación para generar emociones.
“El lema del barrio es habitar la naturaleza sin ser invasivos, visión que comparte el dueño de casa. Entonces, buscamos maximizar el vínculo con el exterior mediante la paleta de color, texturas, materiales y morfologías”.
Cambios en las superficies grandesSi bien casi todo en la vivienda venía establecido, el Estudio sí sugirió la distribución de los módulos (y, por consiguiente, de los ambientes) y pudo intervenir en los revestimientos y los pisos. Las paredes pasaron de placas de fenólico a pintura o MDF ranurado blanco, mientras que se inclinaron por pisos flotantes en tono gris. El techo lo conservaron tal como estaba.
“Al ser integrada, nos importaba que la cocina fuera interesante y que, desde lejos, se viera despejada. Agregamos una isla, que no existía, para crear una circulación y aumentar la superficie de apoyo y guardado”.
El mueble de cocina es de incienso, y tiene un frente de 10 cubos idénticos: algunos son cajones, mientras que otros, unidos, son puertas.
DetallesGracias a la unificación de los revestimientos, lograron una continuidad aún con funciones diversas. En el lateral de la cocina, crearon un módulo de MDF ranurado pintado de blanco para contener (y, sobre todo, ocultar) los generadores eléctricos. En el living, utilizaron el mismo material como fondo del televisor.
Para potenciar la sensación de cobijo, instalaron una salamandra. Funciona con pellets para facilitar su uso.
Para recibirAl estar lejos de la Ciudad de Buenos Aires –en donde el dueño tiene su casa principal– y estar pensada sobre todo para los fines de semana, el Estudio recibió un pedido: que la casa pudiera alojar a amigos y familiares con comodidad. Para cumplir eso, el sofá del living se puede convertir en una cómoda cama ordenando todos los módulos; en el estudio, montaron un sillón-cama que se convierte en cama de dos plazas.
“Como se ve también en el dormitorio principal, hubo una elección cuidadosa de los materiales: todas las fibras son de algodón, usamos piedras naturales, las alfombras y el tapiz son de lana. La paleta tierra es otra constante”.
En los baños, enfocaron el trabajo en equiparlo con detalles que lo alinearan con los otros ambientes, lo que lograron gracias al vanitory y el deck de ducha de madera, y los marcos negros.
Balance“Fue un proyecto muy interesante, porque nos sacó de lo usual: hicimos un trabajo artesanal en el interiorismo y disfrutamos de crear allá, escuchando el sonido del viento. Lo más importante: el cliente quedó más que feliz”, reflexionan sobre la obra.