La dieta “natural” que cada vez más dueños eligen para sus perros
En los últimos años, ...
En los últimos años, una tendencia se afianza entre personas que conviven con perros y buscan lo mejor para sus compañeros de cuatro patas: el regreso a lo natural. En medio del auge por una alimentación más consciente también para los humanos, muchos intentan replicar esa filosofía con sus perros. Así, la dieta BARF gana terreno frente al alimento balanceado tradicional y propone una vuelta a las raíces alimenticias de los caninos.
Para comprender esta elección, es clave mirar hacia el pasado. Antes de convertirse en nuestros compañeros inseparables, los perros fueron animales salvajes. Descendientes del lobo gris, sus ancestros se alimentaban de la caza y el carroñeo, con presas enteras: carne, huesos, órganos y vegetales que se encontraban en el estómago de sus víctimas. Este patrón alimentario ofrecía proteínas de alta calidad, grasas naturales y una variedad de micronutrientes esenciales.
Aunque hoy los vemos en el sillón o con ganas de comer nuestros snacks, los perros aún conservan gran parte de esa fisiología ancestral. Son carnívoros facultativos, lo que significa que su organismo digiere principalmente proteínas animales, aunque también asimila ciertos vegetales y cereales. Su sistema digestivo, corto y ácido, permite procesar carne cruda y eliminar bacterias de forma eficaz.
¿Qué es la dieta BARF?Con esta base biológica clara, se comprende mejor el origen de la dieta BARF (Biologically Appropriate Raw Food o “Alimentos crudos biológicamente apropiados”), una propuesta del veterinario australiano Ian Billinghurst en los años 90. En sus estudios, Billinghurst relacionó muchos problemas de salud en los perros modernos con la alimentación industrializada. Frente a esto, propuso volver a lo crudo y natural, inspirado en la dieta ancestral de los caninos.
En la práctica, la propuesta BARF consiste en ofrecer alimentos crudos, sin procesos industriales. De forma general, su composición incluye entre un 60 y un 70 por ciento de carne magra cruda; un 10 por ciento de huesos carnosos crudos; otro 10 por ciento de vísceras, como hígado o riñones; un 10 por ciento de frutas y verduras frescas; y entre un 0 y un 10 por ciento de suplementos naturales, como aceites, huevo, yogur o cúrcuma. Todo se ofrece crudo y, en muchos casos, triturado o picado para que se digiera con facilidad y no genere atragantamientos.
Quienes cuidan a sus perros y eligen esta dieta suelen notar mejoras visibles en su salud. Entre los beneficios más mencionados se destaca una mejora en el pelaje y la piel, ya que el consumo de grasas buenas y proteínas de alta calidad potencia el brillo, reduce la caspa y alivia problemas como alergias o irritaciones. También se observa un impacto positivo en la salud dental, porque al masticar huesos crudos y carne, los perros ejercitan sus mandíbulas y logran una limpieza natural que reduce el sarro y el mal aliento.
Otro aspecto relevante es la digestión optimizada: al ser más afín a su fisiología, esta alimentación genera menos gases, heces más firmes y en menor volumen. Además, se reporta una energía sostenida y un peso saludable, dado que la nutrición es más completa y no incluye aditivos artificiales. Por último, el fortalecimiento del sistema inmune se ve favorecido por la variedad de nutrientes, enzimas y antioxidantes presentes en los ingredientes crudos y naturales.
La otra cara: detractores y desventajas de la dieta BARFSin embargo, como toda decisión vinculada a la salud, la dieta BARF no resulta adecuada para todos. Aunque muchos perros se adaptan bien, existen excepciones. No se recomienda sin supervisión veterinaria en casos de problemas inmunológicos, enfermedades hepáticas o renales, cachorros muy pequeños o perros muy ancianos. Además, en hogares con niños pequeños o personas inmunocomprometidas, se deben tomar precauciones en el manejo de carne cruda.
Según la organización internacional Four Paws, una alimentación cruda puede funcionar en ciertos casos, pero solo si se diseña correctamente y bajo la guía de un profesional. Entre los riesgos que conviene tener presentes se encuentran los desequilibrios nutricionales, ya que una dieta BARF mal planificada puede provocar carencias o excesos de nutrientes esenciales; el riesgo bacteriológico, dado que la carne cruda puede contener bacterias como Salmonella o E. coli, con impacto tanto en los animales como en las personas que conviven con ellos; el peligro de huesos mal ofrecidos, ya que los cocidos están contraindicados y los crudos deben elegirse cuidadosamente para evitar lesiones internas; y, por último, el tiempo y costo que implica planificar adecuadamente este tipo de alimentación, muchas veces superior al del alimento comercial.
Entonces, frente a este panorama, muchos veterinarios sugieren seguir una dieta comercial balanceada de calidad premium o súper premium. Estas fórmulas cubren todos los requerimientos nutricionales según la edad, tamaño y condición del perro, y vienen en formatos prácticos como croquetas o alimento húmedo. Además, existen versiones específicas para perros con necesidades particulares, como alergias, sobrepeso o insuficiencia renal.