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Las vidas de Sing Sing: el teatro carcelario como forma de ficción y redención

Las vidas de Sing Sing (Sing Sing, Estados Unidos/2023). Dirección: Greg Kwedar. Guion: Greg Kwedar, Clint Bentley, John Divine G Whitfield, Clarence Maclin, John H. Richardson, Brent Buell. Fotog...

Las vidas de Sing Sing: el teatro carcelario como forma de ficción y redención

Las vidas de Sing Sing (Sing Sing, Estados Unidos/2023). Dirección: Greg Kwedar. Guion: Greg Kwedar, Clint Bentley, John Divine G Whitfield, Clarence Maclin, John H. Richardson, Brent Buell. Fotog...

Las vidas de Sing Sing (Sing Sing, Estados Unidos/2023). Dirección: Greg Kwedar. Guion: Greg Kwedar, Clint Bentley, John Divine G Whitfield, Clarence Maclin, John H. Richardson, Brent Buell. Fotografía: Pat Scola. Edición: Parker Laramie. Elenco: Colman Domingo, Clarence Maclin, Sean San José, Paul Raci. Calificación: No disponible. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 107 minutos. Nuestra opinión: muy buena.

Hace ya unos años, los hermanos Paolo y Vittorio Taviani conjugaban en César debe morir el mundo del teatro y el de una cárcel de máxima seguridad. También el de la verdad y el de la representación, a partir del Julio César de William Shakespeare. Un grupo de presos interpretaban a los traidores del César y el presente de la Mafia se afirmaba en el pasado del Imperio Romano. Así, los Taviani imponían los contornos de la pieza teatral a los espacios carcelarios, y las criaturas del dramaturgo inglés eran encarnadas por reclusos italianos. En ese juego de duplicaciones, lo esencial no era la historia real, quizás perdida en tantas representaciones, sino la dimensión mítica que ofrecía la cercanía documental de los directores. Sobre la textura real de los cuerpos de los presos y los espacios carcelarios, se proyectaba la tragedia shakesperiana, siempre viva, siempre eterna.

Las vidas de Sing Sing invierte la ecuación. Basada en historias reales del “Programa de Rehabilitación a través de las Artes” de la cárcel de Sing Sing, la película muestra a John ‘Divine G’ Whitfield (Colman Domingo) encerrado en la legendaria prisión neoyorquina a la espera de que la ley finalmente consagre la Justicia. Es que hace tiempo ha sido condenado por un crimen que no cometió y las sucesivas apelaciones siempre terminan en disgustos y enredos burocráticos. Mientras tanto, integra un programa teatral en la cárcel, que lo tiene como actor, dramaturgo y también como engranaje clave del comité directivo que elige obras y organiza las representaciones, actividad que lo mantiene vivo y secretamente esperanzado.

Pero lo que interesa a la película no es justamente la textura del mito que emerge de lo real, sino cómo esa forma de representación que se concibe en la cárcel -en la que Shakespeare también es un referente ineludible- es un escudo protector ante su desesperada situación. Es eso lo que vemos una y otra vez, y es quizás lo que acota la trascendencia de la propuesta del director Greg Kwedar ante aquella impronta universal de los maestros Taviani. Si allí veíamos a Shakespeare revivir en los cuerpos de los presidiarios, a esa tragedia mítica prolongar su arraigo hasta el presente, aquí vemos a Divine G encontrando en el teatro el refugio ante su inmerecida condena, la textura de ficción como asimilación posible de una realidad siempre esquiva, siempre inaprensible.

En ese cambio del juego y en la inversión del recorrido -de la historia al Mito para los Taviani, de la realidad a la ficción para Sing Sing- la vocación de la película se amalgama con la de su entramado de ficción, es decir con aquellas obras que se representan en el teatro de la cárcel. Basta ver la tarea que Divine G y su amigo Mike Mike (Sean San José) emprenden con el recién llegado Clarence Maclin (en un personaje inspirado en sí mismo), un criminal que descubre en los parlamentos del Rey Lear un atajo para comprender sus propios sentimientos. El teatro es así el doble perfecto de un espacio abierto y cerrado al mismo tiempo como la cárcel: vigilado hasta el detalle y confinado a sus límites. La exploración de una intimidad abolida en el encierro es también una tarea que personajes y película asumen como un desafío.

Aún esquivando esa grandeza que le esperaba al César de los Taviani, las actuaciones de Domingo (uno de los actores más interesantes del musical contemporáneo en Hollywood) y sus compañeros de presidio son nobles en sus propósitos, despejando cualquier artimaña sentimental para ganar simpatía, y recogiendo en esa condición de actores a la que aspiran, su posible redención.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/las-vidas-de-sing-sing-el-teatro-carcelario-como-forma-de-ficcion-y-redencion-nid27032025/

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