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Messi, el ausente presente que ya preparó a todos para el día después

Todavía dura la placentera sensación de haber sido testigos de la historia. El 4-1 a Brasil fue de esos partidos que no se olvidan. La sorpresa es un momento, no un estado. Pero la selección arg...

Messi, el ausente presente que ya preparó a todos para el día después

Todavía dura la placentera sensación de haber sido testigos de la historia. El 4-1 a Brasil fue de esos partidos que no se olvidan. La sorpresa es un momento, no un estado. Pero la selección arg...

Todavía dura la placentera sensación de haber sido testigos de la historia. El 4-1 a Brasil fue de esos partidos que no se olvidan. La sorpresa es un momento, no un estado. Pero la selección argentina lo logra: vivimos en constante admiración. Si ganar después de haber ganado es el mayor desafío en el deporte, gustar luego de haber gustado fue el nuevo escalón. Y sin su estandarte. Sin Messi: esa es la (nueva) cuestión.

Mientras el Monumental vibraba, el capitán posteó a la distancia. El contraste fue fuerte. ¿Quién habrá sido el ideólogo de mostrar la intimidad en las redes? Al mejor futbolista que disfrutaron por lo menos dos generaciones sólo se le vieron, acostado en su casa de Miami desde la que siguió a sus compañeros, los pies tapados. Tan relajado él, tan activos ellos. La ausencia se hizo presente. Dos días después, otro jugador también se manifestó como lo hacen en la actualidad: por Instagram. La secuencia de dibujos que subió Leandro Paredes, con el capitán como líder de chicos que fueron creciendo y se transformaron en compañeros de batallas no sólo fue arte puro. También movilizó un sentimiento: recordó que en algún momento caminarán solos. No falta tanto para que Messi los siga siempre desde su cama.

El punto es cuándo. Los 135 minutos de exhibición conformados por el segundo tiempo en Uruguay y el encuentro entero frente a Brasil pueden generar que alguien pregunte si el momento es ahora. Valdría recordar, en primer lugar, que tampoco estuvo Lautaro Martínez, el goleador en el último título. Una falta no deja libre a nadie. La manera de jugar estos partidos pasa a ser clave en el análisis. La movilidad permanente que mostró cada pieza de la selección lleva a debatir si un jugador de 37 años podría plegarse a ese coro. Responde el fútbol: si hay que desorganizarse para no darle referencia al rival, ninguno como él. Si hay que llegar desde atrás, es el gran especialista. Messi encaja en cualquier sistema. No sólo eso, su inteligencia futbolera lo potencia. En estos dos partidos, la selección jugó sin un delantero puro de área. Así lo había hecho un equipo especial en un momento clave, el Barcelona de Guardiola frente al Santos en la Intercontinental 2011. Nadie tendría que explicarle a Leo esquemas y estilos en los que ya descolló.

Si lo netamente futbolístico nunca puede ser un problema para la inserción de semejante jugador en un equipo que, encima, lo venera como el primer día, quedan un par de aspectos a desentrañar. El primero es el estado físico. Messi tuvo más lesiones en el último año y medio que en la acumulación de los diez anteriores. Probablemente lo veamos dosificando sus partidos. Seguramente necesite más atención, entrenamientos focalizados y descanso. Él ya lo sabe. Por eso no habla del Mundial sino del plazo más corto posible. Pero en base a pensar en una cadena de cortos plazos, armó la carrera que armó. Nunca piensa más allá del partido que tiene que jugar, nunca se escapa del gol que tiene que hacer ya.

Queda lo más importante en un competidor de su naturaleza. El amor de Messi es la pelota; su pasión, la victoria. Cuando estuvo movilizado, no lo paró nadie. La selección es su camiseta. Ninguna lo motivó tanto. Sólo el tiempo y sus decisiones permitirán saber si, después de haber conseguido los títulos que siempre buscó, queda espacio para más búsquedas. Si el “ya está” de cara a su familia, en el césped del glorioso Lusail, fue un mensaje contundente o apenas una señal de momentánea saciedad.

En 2021, el año de la primera conquista, la selección fue un grupo dispuesto a cualquier sacrificio por Messi. Resultó llamativo cómo cada uno, en esa final en el Maracaná, fue a buscar a su capitán apenas lograda la Copa América. Como si todos entendieran que él necesitaba el título más que ninguno. Como si intuyeran que la liberación del 10 podría ser la del equipo entero. Así fue: luego de ese partido contra Brasil, la selección jugó como nunca. Hoy se conocen tanto que su ausencia no los altera. Siguen corriendo, se siguen mostrando, siguen tocando. Ganaron por Messi, querrán ganar sin él. Sin ningún sentimiento negativo, al contrario: sólo por el espíritu deportivo, las ganas de demostrar.

La transición, cuando sea, fluirá mejor de lo pensado. El equipo tiene funcionamiento aceitado y mentalidad competitiva. Con y gracias a Messi en estado superlativo, la selección jugó y ganó como para propiciar el contexto de hoy. Varios jugadores dieron su primer paso con la camiseta argentina para ganar un título. Crecieron ganadores, no sufrieron la presión. Ahora la mayoría juega mejor en la selección que en sus clubes. En el futuro, no habrá víctimas de llevar el número emblemático como le pasó a Marcelo Gallardo después de Maradona. Esa especie de duelo se realiza mientras todavía hay más Messi por delante. Tantas veces puesto en duda su liderazgo, al final también está aprobando la materia más difícil para ejercerlo: esa que plantea que es tan importante conducir como que no se lo extrañe demasiado en el día después.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/messi-el-ausente-presente-que-ya-preparo-a-todos-para-el-dia-despues-nid28032025/

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