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Una elección clave que expone cambios profundos en nuestro sistema político

El ciclo electoral 2025 se ha transformado en la variable fundamental de la vida pública del país. La obsesión con la que actores económicos, políticos y sociales sopesan sus características,...

Una elección clave que expone cambios profundos en nuestro sistema político

El ciclo electoral 2025 se ha transformado en la variable fundamental de la vida pública del país. La obsesión con la que actores económicos, políticos y sociales sopesan sus características,...

El ciclo electoral 2025 se ha transformado en la variable fundamental de la vida pública del país. La obsesión con la que actores económicos, políticos y sociales sopesan sus características, sus dinámicas y su eventual impacto desplaza otros debates mucho más relevantes desde el punto de vista estratégico e institucional pero que, como es habitual en nuestro ámbito, quedan en un segundo plano de acuerdo con el tradicional axioma de que lo urgente no deja lugar para lo importante. Por ejemplo, el hecho de que los principales aliados que tiene la Argentina por decisión personalísima del presidente Milei demuestran un evidente desdén por el sistema y la cultura democráticos, cuando no actúan consciente y sistemáticamente en su debilitamiento o en instaurar formas autoritarias de gestión pública. En ese grupo sobresalen Donald Trump y Bibi Netanyahu, pero también figuras como Viktor Orban (Hungría), Jair Bolsonaro (Brasil, que será sometido a juicio por golpista por decisión unánime de la Corte Suprema) y Santiago Abascal (Vox, España, que reivindica abiertamente el franquismo). ¿Aplica aquí el “dime con quién andas y te diré quién eres”? Si así fuera, estaríamos ante un situación gravísima y un riesgo de degradación institucional mayor al que experimenta el sistema político. Faltaría que Milei busque fotografiarse, pulgares en alto, con el líder turco Recep Erdogan y con el mismísimo Vladimir Putin para cantar “cartón lleno”.

Pero ese bingo imaginario no debería distraer la atención de otros elementos notables que quedaron de manifiesto en las últimas horas y que apuntan a la flagrantes contradicciones entre teoría (retórica) y praxis política en la que incurre permanente el oficialismo. Por ejemplo, que un presidente que se autodefine enemigo de la heterodoxia y de las políticas típicas de los estados de bienestar europeos recurra para cerrar el programa con el FMI al auxilio de su par galo, Emmanuel Macron, exponente del pensamiento neokeynesiano que predomina en el mundo desarrollado y líder de la renovada coalición europea que busca reacomodar el escenario geopolítico global –en especial el occidental– luego de la insólita defección de Trump, aliado privilegiado de Milei. Un operador financiero sugería a comienzos de esta semana que estas contorsiones de brusco pragmatismo que caracterizan al gobierno libertario pueden considerarse menores a la luz de la sistemática intervención en los tipos de cambio “libres” (el CCL, el MEP y aun el blue) para que no se estire la brecha respecto del dólar oficial. “Hacen massismo con malos modales”, exageraban el martes, luego de festejar la decisión oficial de apostar por instrumentos dollar linked para disminuir la incertidumbre cambiaria derivada de la postergación del acuerdo con el Fondo, que será finalmente de U$20.000 millones, según lo confirmado ayer por Luis “Toto” Caputo en la Bolsa de Comercio.

Al Gobierno le quitan el sueño las cláusulas que ese organismo pretende imponer en relación con la política cambiaria y su impacto en términos electorales. Caputo aventuró la semana pasada que, dado el inédito ordenamiento fiscal que implementó la administración, no deben esperarse saltos cambiarios discretos que impacten en el nivel general de precios. Ojalá así sea, pero ¿la renuencia a una flotación libre o dentro de determinadas bandas no demuestra dudas al respecto? “El Gobierno es víctima de su propia narrativa”, deslizó un inversor europeo que llegó al país para participar de un evento organizado por uno de los principales bancos privados. “Para influir en las expectativas se aferró a un esquema demasiado rígido y ahora teme adoptar medidas lógicas, pero que implican mayor flexibilidad”, agregó. “Pudieron haber salido aunque fuera parcialmente del cepo el año pasado con los recursos del blanqueo”, se lamentó un exfuncionario de Cambiemos. “Pero no se animaron”, agregó. El interrogante clave es si el voto estará más influido por la dinámica de desinflación o por un eventual salto en la cotización del tipo de cambio oficial. Si no hubiese un fuerte traspaso a precios de la posible corrección cambiaria, ¿habría una merma en la potencial intención de voto a LLA? “El Fondo no le va a exigir al Gobierno nada raro antes de las elecciones”, afirmó el CFO de una empresa líder del sector seguros en el evento en el que Caputo adelantó el acuerdo con el organismo.

Más allá de estas apreciaciones, estas elecciones presentan un conjunto de rasgos sin precedentes. En primer lugar, hubo un cambio de reglas del juego con la suspensión de las PASO, que se reprodujo en varias provincias. En segundo lugar, con la irrupción de LLA como actor de peso por ser el partido de gobierno, la desarticulación de la principal coalición no peronista (Cambiemos/JxC) y la fragmentación del frente que con base en el PJ se aferró a distintas marcas para sostener competitividad electoral (Frente para la Victoria, Frente de Todos, UP), quedó totalmente transformada la oferta electoral vigente entre 2015 y 2023. ¿Implica esto una elección “de tercios”? Los principales sondeos de intención de voto, aun cuando se trata de estudios preliminares, marcan una relativa paridad entre el oficialismo y la coalición peronista, con cierta ventaja para la formación libertaria. En el caso del Índice de Preferencias Políticas (IPP) que elaboran mensualmente D’Alessio-IROL/Berensztein, la LLA es la fuerza que genera más identificación (25%), seguida por el PJ (19%) y Pro (18), con un 20% respondiendo “ninguna” y solo el 8% afirmando su afinidad con la UCR. Esto significa que lo que conocimos como JxC tenía una importancia como “marca” bastante más importante de lo que interpretaron sus líderes políticos nacionales, que dejaron que el desgaste y la desconfianza imperante entre ellos profundizara las tensiones previas y las volviera en principio irreconciliables. Así, esa coalición que sobrevivió la derrota en 2019, parece quedar sometida a la “ley de hierro de los terceros en discordia”, característica de nuestra vida político-electoral (el que sale tercero termina a la corta o a la larga cooptado por alguna de las fuerzas dominantes o se desintegra como resultado de la polarización). Aunque pueda tener importancia a nivel provincial y local (como en Entre Ríos, Mendoza, San Luis, San Juan, Chubut o Santa Fe), la implosión de JxC la emparenta con experiencias como las de UCeDe, Frepaso, Acción para la República, Recrear, el lavagnismo o el Frente Renovador. Los más afectados por este devenir son los primos Jorge y Mauricio Macri, que podrían perder entre estas elecciones y las próximas, y luego de dos décadas de predominio, la formidable plataforma de poder que constituye la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, distrito del cual han surgido 4 de los últimos 6 presidentes electos, todos desde 2015 a la fecha, pertenecientes curiosamente a fuerzas políticas diferentes. Mientras el país político mira obsesionado la dinámica bonaerense y considera su resultado la “madre de todas las batallas”, el subsistema electoral porteño logró también que dos de los tres últimos candidatos presidenciales más votados surgieran de este distrito. “El Jefe”, Karina Milei, no se equivocó en apostar a consolidar su identidad en esta capital, aunque tanto le cueste encontrar candidatos lógicos, competitivos y que mejoren la reputación del oficialismo en cuanto a su capacidad para promover figuras mínimamente presentables para cargos legislativos.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/una-eleccion-clave-que-expone-cambios-profundos-en-nuestro-sistema-politico-nid28032025/

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